martes, 28 de julio de 2009

Monserrat Cultural Nº 23


Imagen de Tapa: "Chelo”, dibujo de Eric Cañete / kahnehteh.blogspot.com

Editorial

Esta vez los invito a leer y responderse las preguntas que nos plantea en este texto Eduardo Galeano:

“Si la justicia internacional de veras existe, ¿por qué nunca juzga a los poderosos? No van presos los autores de las más feroces carnicerías. ¿Será porque son ellos quienes tienen las llaves de las cárceles?
¿Por qué son intocables las cinco potencias que tienen derecho de veto en Naciones Unidas? ¿Ese derecho tiene origen divino? ¿Velan por la paz los que hacen el negocio de la guerra? ¿Es justo que la paz mundial esté a cargo de las cinco potencias que son las principales productoras de armas? Sin despreciar a los narcotraficantes, ¿no es éste también un caso de “crimen organizado”?
Pero no demandan castigo contra los amos del mundo los clamores de quienes exigen, en todas partes, la pena de muerte. Faltaba más. Los clamores claman contra los asesinos que usan navajas, no contra los que usan misiles.
Y uno se pregunta: ya que esos justicieros están tan locos de ganas de matar, ¿por qué no exigen la pena de muerte contra la injusticia social? ¿Es justo un mundo que cada minuto destina 3 millones de dólares a los gastos militares, mientras cada minuto mueren 15 niños por hambre o enfermedad curable? ¿Contra quién se arma, hasta los dientes, la llamada comunidad internacional? ¿Contra la pobreza o contra los pobres?
¿Por qué los fervorosos de la pena capital no exigen la pena de muerte contra los valores de la sociedad de consumo, que cotidianamente atentan contra la seguridad pública? ¿O acaso no invita al crimen el bombardeo de la publicidad que aturde a millones y millones de jóvenes desempleados, o mal pagados, repitiéndoles noche y día que ser es tener, tener un automóvil, tener zapatos de marca, tener, tener, y quien no tiene, no es?
¿Y por qué no se implanta la pena de muerte contra la muerte? El mundo está organizado al servicio de la muerte. ¿O no fabrica muerte la industria militar, que devora la mayor parte de nuestros recursos y buena parte de nuestras energías? Los amos del mundo sólo condenan la violencia cuando la ejercen otros. Y este monopolio de la violencia se traduce en un hecho inexplicable para los extraterrestres, y también insoportable para los terrestres que todavía queremos, contra toda evidencia, sobrevivir: los humanos somos los únicos animales especializados en el exterminio mutuo, y hemos desarrollado una tecnología de la destrucción que está aniquilando, de paso, al planeta y a todos sus habitantes.
Esa tecnología se alimenta del miedo. Es el miedo quien fabrica los enemigos que justifican el derroche militar y policial. Y en tren de implantar la pena de muerte, ¿qué tal si condenamos a muerte al miedo? ¿No sería sano acabar con esta dictadura universal de los asustadores profesionales? Los sembradores de pánicos nos condenan a la soledad, nos prohíben la solidaridad: sálvese quien pueda, aplastaos los unos a los otros, el prójimo es siempre un peligro que acecha, ojo, mucho cuidado, éste te robará, aquél te violará, ese cochecito de bebé esconde una bomba musulmana y si esa mujer te mira, esa vecina de aspecto inocente, es seguro que te contagia la peste porcina.”
El editor

Los miedos

Por: Germán


Primero soltaron las hienas. Se metieron hasta la intimidad, mientras jadeaban, para negarnos todo, para apropiarse de los restos de vidas destrozadas y entregar la sangre de las víctimas al deleite de los rapaces que se lanzaron gozosos a completar la carnicería. A las hienas todos las podemos reconocer y hoy, parece, supimos cortarles el paso. Muchos todavía se protegen de ellas, adobándose con composiciones hediondas para no asumir ningún compromiso. Los rapaces siguen comiendo lo que podamos producir y esa barbaridad todavía es la herencia.
Después vinieron los perros y los osos a augurar peligros absurdos, que no nos incumben, para que confiemos sólo en lo idéntico y todo lo demás sea amenaza. Cualquiera puede lastimar o saquear. Había que recluirse en el núcleo y mirar cómo atrás de las rejas las amenazas se multiplicaban en todas esas caras irreconocibles que en su miedo también se recluían en su identidad. Cada uno se protegió en su ghetto, algunos multitudinarios, unidos por el espanto, otros disgregados, acovachados, dispuestos a dejar de dormir con tal de seguir sintiendo el agrio presagio de la fatalidad.
Y por otro lado, despacito, nos metieron un par de virus.
Uno que nos hace desconfiar de los desconocidos, pero también de los cercanos para la intimidad, y nos quisieron convencer de que todo no se puede, que hay que ser austero con la entrega porque todo conlleva peligro. Sobrevivimos con algunos traumas, con desconfianza íntima, pero vitales. Algunos promiscuos, dicen, otros ascetas.
Ahora vino otro bicho, que ataca por cualquier lado y del que nunca estamos a salvo. Se lo mira fijo y crece –y nos bombardean con su imagen, porque así se lo riega-, siempre como amenaza, abarcándolo todo, cualquiera puede traerlo y sugieren que nos aislemos, que desconfiemos y que cuidemos a los demás porque también nosotros podemos tenerlo adentro. Hay que ser responsable y hay que ser miedoso, todo para explicar que no hay que salir. Hay que ser cuidadoso con los íntimos y temer también de ellos, y desconfiar, en silencio, de lo propio. No hay precaución que garantice protección, y con tal de mostrar el desprecio que genera cualquier extraño, unos cuantos se ponen barbijos con carteles de neón que sostienen que todos somos despreciables. La paranoia y el consumo constituyen las paredes del reducto que se instala, donde apenas cabe uno, pero nunca es suficiente. Hay que evitar las palabras, la cercanía, los roces, el intercambio, confiar es exponerse. El miedo es el cupón de entrada a una existencia falaz donde se es espectador de todas las limitaciones que se le imponen a la vida hermosa que podemos tener si nos animamos a compartir.
Sin los demás todo es irreversible y la vida es una experiencia diminuta.
En las sonrisas y los abrazos, en los besos, sobrevive la pureza de dar cariño sin especular al poner el cuerpo. Antes de ser expulsados del paraíso, el sol amanecía cada día invitando a acariñar, que después se fue reemplazando por acciones menos comprometidas, hasta que los hombres dejaron de concebir que el afecto se transmite mejor con el cuerpo y que es así como se multiplica al amor.
En el baile, la armonía del intercambio muestra lo absurdo que sería aislarse para tener una vida de experiencias desfloradas.
Para ir destruyendo, con humildad, toda esa porquería que decía que el silencio era salud, y hoy dice que el asilamiento, el mutismo voluntario, es la salud de lo inexplicable -algunos sí y otros no, pocos mucho y muchos poco (y avanzan para que lo poco cada vez esté más acorralado contra la nada)-, convoca el esfuerzo en la calle, trenzados por los brazos, donde el grito de la vida devuelve la confianza en los otros, para estar dedicados a que el presente sea un tiempo cada vez mejor, más fértil y más libre, garantizado porque con los demás, en la lucha, se aprende y se hace lo fundamental para crecer.
Fuente: www.kolgados.com.ar

MICRORRELATOS

El nuevo arte
Por: Oscar Fortuna

Caminaba por la senda de piedra, de seguro tendría muchos años, tantos como para ser una de las rutas romanas de la era imperial; pero no era mi intención llegar a Roma, lo único que debía hacer era cumplir con el encargo de mi señor el alquimista Bacon, quien estaba perfeccionando un nuevo arte, según lo que me había confesado. Yo era su más querido ayudante, cuidaba de alimentarlo y recordarle descansar, ya que él siempre estaba demasiado concentrado en su taller mezclando pócimas y creando cosas de nombres indecibles. Últimamente podía verlo pintar y repintar una tela a la luz del sol mientras mezclaba los colores con una preocupación inusitada; siempre era así cuando estaba atrás de un gran descubrimiento, y esperaba llegar a tiempo de mi recado para ver el nuevo hallazgo.
Ese día el sol le daba un color especial a todo, su luz llenaba de vida el paisaje, los árboles al borde del camino parecían pintados con los tonos más hermosos de verdes, dorados y rojos; el cielo de un azul intenso era recortado por nubes arreboladas por el sol, y el lago... ¿qué decir del lago? superficie lisa y calma como esa no debería de existir otra. Todo era tan armonioso en aquel rincón, que decidí tomar un descanso en la orilla de ese azul intenso.
Recorrí una estrecha senda hasta llegar al agua, la sed surgió en mí ante la visión de ese espejo líquido. Me arrodillé buscando mi reflejo en aquel fabuloso paisaje, pero en vez de ver mi rostro encontré a Bacon mirándome del otro lado del agua, y ante mi cara desfigurada por la sorpresa y el miedo lo escuché decir: _ ¿Te gusta mi nueva creación, querido Leonardo?, se llama pintura viva, y agradéceme porque podrás disfrutar toda la eternidad dentro de este hermoso cuadro.

El Rincón de la poesía

No me conformo

No me conformo,
con lo burdo y pueril
que en mi contorno,
trata de aprisionarme a su manera.-
YO! me rebelo,
porque mi vida entera,
es un cúmulo febril y alucinante,
tratando de encontrar a cada instante,
el logro de una meta verdadera.-
No bajaré la guardia mientras pueda,
no quebraré los sueños que me alientan,
y entre la mediocridad que me rodea,
levantaré mi brazo cual bandera.-

Y azotarán los vientos,
y miraré mi tierra,
y contendré el sollozo,
y callaré mi pena,
y gallardo, tenaz, ennoblecido...
emergeré TRIUNFAL ! de las tinieblas.

Jorge Fugilio Lavini

habito
un negro laberinto sin extremos
aguardando en silencio
el zarpazo de los conjurados
que los colmillos brillen
que las bestias encuentren su presa

a lo lejos
hombres aúllan
como lobos hambrientos

tengo hambre
¿que esclavo proveerá la carne
para el sacrificio?

aguardo
confiada en el filo de mis uñas
untada de pez
enfrentando con altivez
la mirada del minotaruro

Eva Durán

Un tesoro escondido en Monserrat

La mayor biblioteca de manga de la Argentina está en nuestro barrio.

Dentro del círculo de los fanáticos de los mangas, circula desde hace tiempo un rumor…..
Entre las comiquerías y las webs especializadas en manga y animé se comenta la existencia de una enorme biblioteca de mangas japoneses en su idioma original, importados directamente para el deleite y lectura de los coleccionistas del manda en nuestro país, y lo mejor de todo: mientras se saborea un buen té o alguna comida tradicional japonesa hecha por artesanos.
Cualquiera puede pasar horas y horas contemplando y estudiando este fantástico mundo que son los mangas. Con solo una consumición -como se estila en los famosos MANGA-KISSA (tradicionales casas de té con mangas) se puede acceder a leer o intentar leer la colección de Furaibo, la casa de té que posee este tesoro oculto.
El dueño de Furaibo es un monje budista fanático de los mangas, y reunió sus dos pasiones en su casa de té, donde instaló un templo budista en pleno corazón de Buenos Aires (donde se recrea el ambiente de los antiguos templos budistas del Japón , difundiendo la enseñanza de la paz interior mediante charlas gratuitas sobre budismo y la celebración de sus ceremonias) y ofrece a sus visitantes el privilegio de disfrutar de la manga-teca (biblioteca de mangas) más grande del país, con más de 2000 mangas de toda temática y estilo. En sus instalaciones se pueden conocer todos los estilos de mangas mientras se saborean los famosos ramen, gyozas y tonkatsus… Una tentación que ningún fanático de los mangas puede dejar pasar.

Furaibo se encuentra en la calle Alsina 429,
y se puede consultar para su visita
al 4334-3440 o en la web: www.furaiboba.com.ar