martes, 27 de octubre de 2009

Monserrat Cultural Nº 26

Imagen de Tapa: "chica en el ojo", de Nadia Juschuk / nadiajuschuk@gmail.com / www.antenapurpurina.blogspot.com

Editorial

Estamos llegando a fin de año y el cansancio comienza a notarse. En Monserrat Cultural asumimos desde el primer número ofrecer contenidos culturales para todos los vecinos que sumaran nuevas ideas y aportes, y es por eso que desde octubre redoblamos la apuesta por la difusión cultural alternativa y le incorporamos un suplemento: Miralejos.
El nombre del suplemento hace referencia al libro “Un mago de Terramar”, de Ursula K. Le Guin, que narra las historias de un mago que va navegando de isla en isla tratando de reunir la magia perdida. La barca que lo llevaba a todos lados se llamaba Miralejos, y con ella logra recuperar la magia que se agotaba, entramando las historias y los mitos de cada pueblo y cada isla; sumando las voces de pastores y reyes, escuchando las verdades antiguas en el canto de los niños y la sabiduría perenne en la voz de mujeres y viejos. Así, gracias a Miralejos, el mago pudo escuchar cada voz y reunir cada sueño, idea e ilusión para hilvanar el tejido mágico que rompió la desesperanza y la ambición de los poderosos, anhelantes siempre de más a cualquier costo.
No pretendemos que nuestra pequeña barca de papel viaje tanto como la original Miralejos, pero sí esperamos que sirva para que por lo menos sostengamos los pocos vínculos entramados en los sueños y fantasías de cada uno; a los que nunca lograrán romper los que sostienen la vieja y gastada idea de “divide y reinarás”.
Y por eso, a pesar del cansancio, seguimos adelante: renovándonos, tratando de mejorar y ofrecer nuevas propuestas en cada número; buscando nuevas miradas y puntos de vista ante la monotonía y repetición constante de los medios masivos. Una esperanza, una alternativa; en fin: algo que nos permita ver un poquito más allá de nuestro ombligo, para mirar más lejos.

El editor

Microrelatos

Aleteo
Por: Alejandro Alonso

Apostaron al caos. Eran idealistas, poetas casi. Les tomó algunos años hacer que el aleteo de una mariposa en Hong Kong pudiera desatar una tormenta en Nueva York. Dos alas tenía la mariposa, dos partículas apareadas, ubicadas en las antípodas del planeta. Una tormenta: la bomba que arrasaría medio continente ni bien provocaran el inocuo cambio de spin.


El jinete hueco
Por: Pablo De Santis

Cuando era teniente del ejército patrio utilicé con frecuencia la estrategia de evitar un jinete al frente, para ver si estaba el enemigo. Como no quería que este peligroso ejercicio me hiciera perder hombres se me ocurrió reemplazar al jinete por un muñeco de trapo relleno con paja y sostenido con varillas de madera, al que dimos el nombre de Soldado Hueco.
En su primera misión, Hueco recibió algunos balazos. Como su presencia nos ayudó a salvar varias vidas, ordené que lo remendaran de inmediato para usarlo de nuevo.
Pronto nos acompañó en otras batallas, siempre en su puesto de vanguardia. Un gracioso prendió de su pecho una moneda a modo de medalla; no castigue la broma, porque creí que el muñeco bien se merecía algún honor. A la noche, en las charlas de los soldados alrededor del fuego, se hizo común oír el nombre del Sargento Hueco, a propósito de hazañas más o menos imaginarias.
Después de algunas heridas y una derrota que pesó más que las victorias anteriores, abandoné el ejercito y me dediqué al comercio de telas. Viajé por Holanda y por Italia para aprender las reglas del negocio, y regresé al cabo de años con telas baratas que vendí como si fueran las mejores.
En el tiempo que me dejaba el negocio, leía la historia de los años recientes; así me enteré de que Hueco fue nombrado General, que venció al enemigo en la batalla de Lema, que fue condecorado por esa victoria y que poco después cayó en una infame emboscada. Un testigo dice haber visto su cabeza en una pica; otro su cuerpo colgado. Sea como sea su cuerpo se perdió entre los escombros de la guerra. El escultor que debía hacer su estatua fúnebre todavía no ha conseguido una imagen del General Hueco, y el pedestal, con su nombre, instalado en un plaza, bajo un jacarandá, aún permanece vivo.


El Cáliz
Por: Oscar Fortuna

La copa escondía los secretos de la inmortalidad. Había cruzado un continente por llegar allí. La tenía en sus manos, lo meditó brevemente.
Le dio de beber a su caballo: lo necesitaba vivo para volver al templo y agradecerle a su dios por ser elegido.


Banquete rojo
Por: Oscar Fortuna
La fiesta avanzaba al ritmo de la música. Los tapices rojos ocultaban las paredes llenas de musgo, y la humedad producía una niebla espesa. Todos los comensales brindaron a la salud de los bailarines, ignorantes de la cena. Una gota de sangre bajaba de cada copa.

El Rincón de la poesía

Selección de poemas de Juan Gelman

Constancias

árboles y más árboles se agitan o despiertan y su
frescor abunda con la sangre es tu pelo de noche
hay albricias de ti pájaros suaves y tormentas sin
fin como tu cuerpo cuando cantan los gallos
y tiemblas y
la madrugada te revuelve los rostros

Costumbres

no es para quedarnos en casa que hacemos una casa
no es para quedarnos en el amor que amamos
y no morimos para morir
tenemos sed y
paciencias de animal

Fábricas del amor

Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuántas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía,
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié, te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma.

Lo que cava

La sangre corcovea
en todos los rincones, en
el alma superior, en su orgullo,
en los perros con olor a furia.
El ser amado convierte
la humillación en asombro y vengo aquí
para decir que te amo. El domingo
del payaso prueba la desolación.
La emoción contra la pared
espera que la fusilen.
Nuestros cuerpos conocen esa pared.
Es una atadura del sol
que cava y cava.

El Rincón de la poesía

Selección de poema de: Cintio Vitier

Estamos


Estás
haciendo
cosas:
música,
chirimbolos de repuesto,
libros,
hospitales
pan,
días llenos de propósitos,
flotas,
vida,
con tan pocos materiales.
A veces
se diría
que no puedes llegar hasta mañana,
y de pronto
uno pregunta y sí,
hay cine,
apagones,
lámparas que resucitan,
calle mojada por la maravilla,
ojo del alba,
Juan
y cielo de regreso.
Hay cielo hacia delante.
Todo va saliendo más o menos
bien o mal o peor,
pero se llena el hueco,
se salta,
sigues,
estás haciendo
un esfuerzo conmovedor en tu pobreza,
pueblo mío,
y hasta horribles carnavales, y hasta
feas vidrieras, y hasta luna.
Repiten los programas,
no hay perfumes
(adoro esa repetición, ese perfume):
no hay, no hay, pero resulta que
hay.
Estás, quiero decir,
Estamos.

Caos

Por: Hakim Bey

Caos precede a todo principio de orden y entropía, no es ni Dios ni gusano, sus deseos insensatos abarcan y definen toda posible coreografía, todo éter y flogisto sin sentido; sus máscaras son cristalizaciones de su propia falta de rostro, como las nubes. Todo en la naturaleza es perfectamente real incluyendo la conciencia, no hay absolutamente nada de lo que preocuparse. No sólo se han roto las cadenas de la Ley, es que nunca existieron; los demonios nunca guardaron las estrellas, el Imperio jamás se fundó, a Eros nunca le creció la barba.
No, escucha, lo que ocurrió fue esto: te mintieron, te vendieron ideas sobre el bien y el mal, te hicieron desconfiar de tu cuerpo y te avergonzaron de tu profesión del caos, se inventaron palabras de asco por tu amor molecular, te mesmerizaron con su indiferencia, te aburrieron con la civilización y con todas sus roñosas emociones.
No hay devenir, ni revolución, ni lucha, ni sendero; tú ya eres el monarca de tu propia piel; tu inviolable libertad sólo espera completarse en el amor de otros monarcas: una política del sueño, urgente como el azul del cielo.
Despojarse de todos los derechos y dudas ilusorias de la historia exige la economía de una legendaria edad de piedra; chamanes y no curas, bardos y no señores, cazadores no policías, recolectores de pereza paleolítica, dulces como la sangre, van desnudos como un signo o pintados como pájaros, en equilibrio sobre la ola de la presencia explícita, sobre el ahora y siempre sin relojes.
Los agentes del caos dirigen candentes miradas a cualquiera que sea capaz de atestiguar su condición, su fiebre de lux et voluptas. Sólo estoy despierto en lo que amo y deseo hasta el punto del terror; todo lo demás no es sino mobiliario amortajado, anestesia cotidiana, cagadas mentales, aburrimiento subreptil de los regímenes totalitarios, censura banal y dolor inútil.
Los Avatares2 del caos hacen de espías, saboteadores criminales del amour fou, ni altruistas ni egoístas, accesibles como niños, con los modales de los bárbaros, excoriados de obsesiones, en el paro, sensualmente perturbados, ángeles-lobo, espejos de contemplación, ojos como flores, piratas de todo signo y sentido.
Aquí estamos arrastrándonos por las grietas entre las paredes de la iglesia estado escuela y fábrica, todos los monolitos paranoicos. Separados de la tribu por una nostalgia feraz escarbamos túneles tras las palabras perdidas, las bombas imaginarias.
El último acto posible es la que define la propia percepción, un cordón de oro invisible que nos conecta: baile ilegal en los pasillos del juzgado. Si hubiera de besarte aquí lo llamarían un acto de terrorismo; así es que llevémonos las pistolas a la cama y despertemos a la ciudad a medianoche como bandidos borrachos celebrando con andanadas, el mensaje del sabor del caos.

1En la antigua teoría química, el principio hipotético del fuego, del que todas las substancias inflamables estarían en parte compuestas.
2Del sánscrito, “descenso”, aplicado a la encarnación terrestre de alguna deidad.

Rincón de Proverbios

Aunque viajemos por todo el mundo para encontrar la belleza, debemos llevarla con nosotros para poder encontrarla.
Ralph W. Emerson (1803-82) Poeta y pensador estadounidense.

Aunque le arranques los pétalos, no quitarás su belleza a la flor.
Rabindranath Tagore (1861-1941) Filósofo y escritor indio.

Una voz fuerte no puede competir con una voz clara, aunque esta sea un simple murmullo.
Confucio (551 AC-478 AC) Filósofo chino