domingo, 28 de agosto de 2011

Monserrat Cultural Nº 44

Imagen de Tapa: “Ángel” de Franchesco.

Editorial

Esta vez comparto una lectura que me permitió reapreciar una idea-sentimiento que el mercado agota y deforma, quitándole su poder de transformación para bien de todos. Espero lo disfruten tanto como yo.

El editor

El amor es un gesto muy fuerte porque significa que hay que aceptar que la existencia de otra persona se convierta en nuestra preocupación. Mi idea sobre la reinvención del amor quiere decir lo siguiente: puesto que el amor se refiere a esa parte de la humanidad que no está entregada a la competencia, al salvajismo; puesto que, en su intimidad más poderosa, el amor exige una suerte de confianza absoluta en el otro; puesto que vamos a aceptar que ese otro esté totalmente presente en nuestra propia vida, que nuestra vida esté ligada de manera interna a ese otro, pues bien, ya que todo esto es posible ello nos prueba que no es verdad que la competitividad, el odio, la violencia, la rivalidad y la separación sean la ley del mundo.
El amor está amenazado por la sociedad contemporánea. Esa sociedad bien quisiera sustituir el amor por una suerte de régimen comercial de pura satisfacción sexual, erótica, etc.
Entonces, el amor debe ser reinventado para defenderlo. El amor debe reafirmar su valor de ruptura, su valor de casi locura, su valor revolucionario como nunca lo hizo antes. No hay que dejar que el amor sea domesticado por la sociedad actual –que siempre busca domesticarlo–.
En otros tiempos, las sociedades clericales y tradicionales buscaron domesticarlo por el matrimonio y la familia. Hoy se busca domesticar al amor con una mezcla de pornografía libre y de contrato financiero.
Pero debemos preservar la potencia subversiva del amor y apartarlo de esas amenazas. Y ello es extensivo a otras cosas: el arte debe también apartarse de la potencia del mercado, la ciencia igualmente. Allí donde hay un pensamiento humano activo y desinteresado hay un combate para liberarlo de los intereses.
Hay que pelear por conservar lo excepcional que nos ocurre. Después veremos. De esa forma salvaremos la idea y sabremos qué es exactamente la felicidad. No soy un asceta. No estoy por el sacrificio. Estoy convencido de que si logramos organizar una reunión con obreros y ponemos en marcha una dinámica, si podemos superar una dificultad en el amor y nos reencontramos con la persona que amamos, si hacemos un descubrimiento científico, ahí empezamos a comprender qué es la felicidad. La felicidad es una idea fundamental.”

Alain Badiou
Filósofo, dramaturgo y novelista francés.

Ecología y Salud

Consumismo vs. creatividad:
Cómo el preocuparte por cosas afecta tu mente

Sabemos que el consumo desenfrenado de objetos y bienes materiales no es beneficioso para el planeta: cada nueva cosa que compramos requirió la extracción de materias primas y el empleo de energía para su producción, transporte para su comercialización, y creará basura cuando dejemos de usarlo o lo hayamos consumido. Multipliquemos esto por la cantidad de veces que compremos algo innecesario, y tendremos la idea del impacto. 
Pero podría haber una razón más por la cual evitar el consumismo: la búsqueda e investigación previa a la compra de un objeto estaría de hecho afectando nuestra creatividad y concentración, ya que el impulso consumista estimula la misma parte del cerebro que se activa cuando estás detrás de una buena idea: ese mecanismo que lleva a probar una alternativa detrás de otra y ver qué es lo que funciona mejor, ese deseo, olfato e instintos propios de la búsqueda de algo nuevo.
Llamado 'búsqueda' por el científico neurológico Jaak Panksepp, este estado emocional aplica tanto a nuestras necesidades físicas como a recompensas abstractas: lo importante es la emoción de hacer conexiones, anticipar el significado.
Lo que alimenta este estado es la liberación de dopamina en el cerebro, que promueve un estado de impaciencia y propósito. Un estado mental en el que los seres humanos adoran estar, sólo que en el caso del consumismo, lo empleamos con el fin de encontrar el producto perfecto en lugar de una nueva idea o un propósito mayor para nuestra vida. 
Es así que podemos pasarnos horas leyendo revisiones de artículos, comparando precios y buscando la mejor forma de envío, en lo que perdemos valioso tiempo que podríamos estar empleando en actividades que nos proporcionen más contenido que una nueva cámara de fotos. O buscando el mejor precio de un objeto en distintas tiendas, o pensando el mejor regalo material para alguien. Muchas veces la persona podrá decirse a sí misma que lo que busca le es necesario para su vida o para llegar a un fin mayor, pero en realidad la creatividad no depende de objetos materiales. De hecho, la carencia de recursos generalmente estimula la creatividad. 
Así es que la próxima vez que tengan un impulso de búsqueda consumista, piensen tanto en el medio ambiente como en estos temas. ¿Reconocen a sus hábitos en esta descripción?

Rincón Psi

¿Para qué consultar con un psicólogo/psicoanalista?

Existe un prejuicio que ha creado una enorme barrera frente a la consulta con un psicólogo/psicoanalista: “el psicólogo es para los locos”. Esto no es nuevo, por el contrario, se remonta a un tiempo donde se relacionaba de una forma oscura la psicología, la psiquiatría y el tratamiento de los enfermos mentales con los hospicios.  No se prestaba atención a la serie de padecimientos que hoy consideramos “sufrimiento psíquico o emocional” o “enfermedades psicosomáticas”.
Fue Sigmun Freud, un médico neurólogo vienés, quien a partir del año 1895 comenzó a llamar la atención sobre la importancia de escuchar de otra manera a los pacientes. Halló que los propios enfermos relacionaban su dolor físico, su imposibilidad de movimiento o su decaimiento generalizado con sucesos de su vida afectiva como desengaños amorosos o acontecimientos traumáticos como la larga enfermedad o muerte de un familiar.
A partir de estos hechos investigó y logró puntualizar dos cuestiones fundamentales en la comprensión de cómo se generan y como podrían tratarse las enfermedades físicas y el sufrimiento anímico:

 a- La gran intensidad con la cual la psique, palabra griega que en castellano significa alma, lo psíquico, influye sobre el cuerpo.
 b- La importancia de la palabra y el poder “mágico” que esta tiene sobre el ser humano.

Sobre el primer punto, como influye el alma sobre el cuerpo, podemos decir que en la vida cotidiana percibimos constantemente esta interacción, por ejemplo en cómo nos sentimos físicamente distintos si estamos tristes, enojados o felices. La risa o el llanto disparan reacciones diferentes en todos los sistemas corporales. Se modifica la expresión facial, el estado de tensión o relajación de los músculos voluntarios o involuntarios, la humedad o sequedad de la boca o los ojos, la respiración. Es sabido desde hace mucho (Freud lo decía ya en el año 1905) que el estado de tristeza permanente, de tipo depresivo, tiene efecto inmunosupresor y, al revés, los períodos de alegría y optimismo elevan los niveles de resistencia del sistema inmunológico.
Más aún, las expectativas optimistas o pesimistas respecto a la curación, la confianza en el médico tratante y el deseo de curación o por el contrario el deseo de abandono de la vida, influyen significativamente en el efecto de la medicación y de los tratamientos médicos. Respecto de la importancia de la palabra en la vida humana podemos agregar que muchos de los pacientes que le llegaron a Freud  habían sido tratados de simuladores o mentirosos por no responder a los tratamientos habituales de la época  Por ejemplo había mujeres que no podían mover el brazo y Freud se dio cuenta, gracias al trabajo analítico que allí mismo estaba creando, que lo afectado era la “idea” del  brazo que estas pacientes tenían, y que a su vez esta palabra (brazo) se conectaba inconscientemente a algún suceso o deseo que era insoportable para la conciencia de esa persona.
A partir de allí comenzó a elaborar las bases para entender el mecanismo en juego en el funcionamiento psíquico y a elaborar un método que permite procesar:
- experiencias traumáticas, - montos de angustia intolerables, - enfermedades físicas a repetición sin causas orgánicas que lo justifiquen, - miedos paralizantes, - ansiedad, - insatisfacción sin poder decir cuál es su causa, - frustración por no poder realizar lo que se desea aunque se conozca cuales son los pasos que se deberían seguir, - enojos permanentes y crítica intensa hacia los demás o hacia uno mismo, - imposibilidad de aceptar el fin de una relación afectiva  o de comenzar una nueva relación,  y muchos otros modos en que se expresa el malestar.
Lejos de ser para “los locos”, aunque estos también se benefician,  la terapia psicológica/psicoanalítica permite abrirse a pensar y sentir sobre las dificultades cotidianas que todos tenemos y nos impiden, simplemente, vivir más felices.

Lic. Héctor Frattini (psicólogo – psicoanalista) M.P. N° 19849 - Tel : 4374-3863
hectorfrattini@yahoo.com.ar

Cuento

El baile de las sombras
Por: Gustavo Roldán


—Quiero pelear, dragón —dijo la dragona.
El dragón no contestó nada. Simplemente voló, convertido en mariposa.
—Las golondrinas pueden comer una mariposa —dijo la dragona, y voló convertida en una golondrina.
Golondrina y mariposa subieron y subieron, y cuando la golondrina ya casi mordía el ala de la mariposa, la mariposa se convirtió en halcón.
—Los halcones pueden comerse a una golondrina —dijo el dragón.
—Las golondrinas vuelan más rápido —dijo la golondrina haciendo un giro en el aire y colocándose encima del halcón para picotearle la cabeza.
El halcón se lanzó en una violentísima caída y se metió entre las ramas de un árbol.
La golondrina bajó hasta el árbol, pero allí no había ningún halcón.
—Te escondiste, dragón —dijo la golondrina—. Igual te voy a encontrar.
La dragona miró rama por rama, buscando alguna oruga que pudiese ser el dragón. Miró rama por rama, y no se dio cuenta de que una rama se movía y se acercaba lentamente hacia ella. Cuando vio a la serpiente abriendo su enorme boca ya era tarde para escapar.
Y la serpiente mordió, pero mordió la cáscara de una tortuga. La tortuga se convirtió en ratón y saltó al suelo. La serpiente se convirtió en un águila que voló hacia el ratón, pero cuando llegó al suelo casi choca con un jabalí de inmensos colmillos.
Un jabalí es demasiado para un águila, no para el puma que rugió mientras saltaba.
El salto del puma terminó en el aire vacío. Allí no había nada. Nada más que una hormiga que se metía rápidamente en un profundo agujerito del tamaño de una hormiga.
—Para una hormiga, nada mejor que un oso hormiguero —dijo el puma que ya no era puma sino oso hormiguero, mientras metía su larguísima lengua buscando a la hormiga.
Y la encontró, y la hormiga salió pegada en la lengua del oso hormiguero.
—Me ganaste, dragón —dijo la hormiga convirtiéndose otra vez en dragona—, y ahora me puedo comer a un oso hormiguero que debe ser muy sabroso.
Pero el dragón otra vez era dragón.
—Bueno, basta —dijo el dragón—. Me cansé de pelear.
—Fue divertido —dijo la dragona—. Te viste en apuros más de una vez.
—Bah, lo hice para dejarte contenta, pura amabilidad de mi parte.
—¿Sí? —dijo la dragona—. Lo que pasa es que no te gusta perder.
—Dragona, me estás provocando. No me queda más remedio que invitarte al baile de las sombras.
—Eso me gusta más. Bailemos, dragón, bailemos el baile de las sombras.
Y los dos dragones se elevaron mirando sus sombras. Las sombras eran enormes y llenaban de oscuridad la tierra. Subieron y subieron, hasta que sus sombras en el suelo se veían apenas del tamaño de las sombras de una paloma.
Entonces giraron en el aire y las sombras giraron en la tierra, moviéndose muy lentamente. Y se juntaron los dragones en el aire y se juntaron las sombras en la tierra. Y juntaron las cabezas y en la tierra apareció la sombra de una mariposa. Y juntaron ala con ala, cola con cola, un ala sobre otra ala, y en la tierra fueron apareciendo diferentes figuras de animales conocidos y de animales desconocidos. Y bailaron el baile de las sombras hasta que el sol dejó de alumbrar desde arriba, porque el baile de las sombras sólo se puede bailar cuando el sol está en lo más alto del cielo.
Cuando bajaron, todo el campo estaba cubierto de flores. Tal vez porque el baile de una pareja de dragones, necesariamente, tiene que hacer que todo el mundo se llene de flores.

Poesía porque sí

UNO (fragmento)

Cómo hablarles de ella y de la esponja rosada que le bailaba en la boca, de la tumba de manzanas que guardaba en el armario de su pecho. De un solo manotazo me azotó el demonio de la lujuria para esta y otras vidas, para este y otros horizontes. Yo detrás de ella, cruzando el umbral, reventando las burbujas que nos estorbaban el paso, cerrando la puerta, resguardándola con leones, evitando que las estrellas y sus melodramas naveguen por las cicatrices de nuestro río. Los dos en un túnel de espuma, rezando a los dioses de cuatro patas, a los paisajes que luego quedaron cortos, rezando con movimientos tibios, abrigándolos en las chimeneas de nuestros pechos. Ella y yo, yo y la vía láctea deslizándonos en su cintura, en el extremo opuesto de su risa, en el lado derecho de sus peces de colores. Mi monte nublado, mis líneas de la mano mudas, arrimándome a la culpa por seguir lamiendo su sombra, la ola que se regaba desde sus axilas tiernas…

Walter Jimbo

Brújula de polvo

cuando tenga un hijo/ habrá un sol ocultándose de mi ventana/ y quizás porque ya no seré/ la única sangre derramada por el mundo/ cada día se alternarán/ la dicha y la agonía/ qué podré decirle a mi hijo/ sobre la guillotina del tiempo/ la miel silvestre de las caricias/ o los verdugos que acechan nuestras espaldas/ tendré que dejarle caer/ sobre una almohada de agujas/ o sobre un abismo de pétalos/ será otro jinete embistiendo la noche/ y no tendrá más alternativa/ que deambular con su brújula de polvo

Marcelo Villa Navarrete

el hombre desgarra
con sus dientes de acequia el aire del caos
camina la espalda del ángel
y con su voz de silencio

llora sobre un dios acorralado

Alba Estrella Gutiérrez



Domingo en Montserrat

Vivo en una casa revestida de sol,
encrucijada de prolijidad antigua
y deshilachada adolescencia.
Libros, cuadros, pretéritas molduras,
coordenadas de tiempo y de madera.

El barrio que habito es árido,
sus  angostas veredas verticales
estrechan toda idea de horizonte.
Sólo la voluptuosidad de algunas cúpulas
redimen su rectilínea tristeza.

Dos o tres viejos campanarios
dialogan   el silencio del domingo.
Casi en puntas de pie salgo a la calle,
como huyendo con un secreto amante.
Con mi barrio callado, interior y mío.

Al  conquistar la primera esquina
me abandono al zigzagueo,
y en irreversible ceremonia
 me concedo el tiempo de caminar sin rumbo,
lejana y abierta.

Antes de la noche estaré de vuelta.

María Elena Mittelman


hay un niño perdido
no sabe de guerra
el hambre lo apuñala
por su espalda indefensa
con los ojos abiertos
hilvanados de asombro
muere todos los días
muere en todos los muertos
en cartones de sueños
una cruz invertida

es un dios indefenso
un grito en la noche
lo descalza de miedos
en un andén vacío
le trafican el nombre
travestido de ausencia
hay un niño perdido
y buenos aires

llora

Alba Estrella Gutiérrez