miércoles, 28 de marzo de 2012

Monserrat Cultural Nº 49


Imagen de Tapa: “Le chat noir”, de Delirium77.

Editorial



Esta vez los invito a leer un artículo que nos demuestra com o algo que generalmente tomamos como “normal” puede ser un problema en la cotidianeidad. A veces basta moverse  un poco para cambiar el enfoque de un problema y encontrar la solución. 

El editor

Cuando la ansiedad nos impide la vida cotidiana

La ansiedad imprime un carácter de apremio y forma parte del abanico de respuestas ante el acontecer de la vida humana, por lo que anida en cada persona. Como agente promotor de avances, permite alcanzar logros difíciles, pero también exige la satisfacción inmediata. Cuando la inmediatez no es posible, puede actuar como agente generador de huida y dispersión.
Los síntomas de la ansiedad suelen presentarse a nivel físico: sudoración, opresión en el pecho, molestias digestivas, etc; psicológico: inquietud, temor a perder el control, inseguridad, etc; de conducta: estado de alerta, torpeza o dificultad para actuar, impulsividad, etc; intelectuales: dificultades de atención, concentración y memoria, interpretaciones negativas, etc; sociales: dificultades para iniciar o seguir una conversación, hablar demasiado, temor excesivo a posibles conflictos, etc. No obstante, cada persona puede manifestarse más sensible a unos síntomas que a otros y no todas muestran los mismos ni éstos la misma intensidad en todos los casos.
Como signo de malestar, la ansiedad describe un movimiento continuo, como el de las partículas de polvo agitándose bajo un haz de luz. Ese tipo de movimiento sin finalidad no quiere decir que esté exento de razones, ya que a nivel operativo es un modo de eludir el peligro que la persona siente. Pero, al mismo tiempo, ese movimiento, igual que el de las partículas de polvo, puede llevar eventualmente al mismo lugar después de haber recorrido un largo e infructuoso camino.
Para evitar la frustración y la reiteración de esos movimientos vanos, la solución es reposicionarse: cambiar de lugar, para tomar otro punto de vista ante el problema, y verlo desde todos los ángulos posibles, permitiendo una apertura mental que nos mostrará nuevas alternativas, transformando aquello que parecía imposible en algo realizable. Realizar actividades físicas que renueven las energías también ayuda a estabilizar la energía interna: hacer yoga, pilates, o simplemente realizar caminatas para despejar la cabeza facilitan alcanzar la armonía necesaria para que la ansiedad no nos juegue encontra.

“Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo.... del miedo al cambio.”
Octavio Paz (1914-1998) Poeta y ensayista mexicano.

“Si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo.”
Mahatma Gandhi (1869-1948) Político y pensador indio.

“No hay inteligencia allí donde no hay cambio ni necesidad de cambio.”
Herbert George Wells (1866-1946) Escritor, historiador y filósofo británico.

martes, 13 de marzo de 2012

Monserrat Cultural Nº 48

sábado, 3 de marzo de 2012

Editorial

En esta ocasión, comparto una poesía. Según quién la mire, está pensada para una mujer, una ciudad, una nación o una idea... queda a vuestro criterio, querido lector, a quién decida pensarse en este poema.

El editor

DESPLAZADA
de Gildardo Gutiérrez Isaza
Un corazón de tierra anegada, invadida,
palmo de tierra en tus ojos,
desplazada,
lanzada como cometa errante por el mundo;
oscuridad rampante sobre tus parpados cerrados...
La risa del verdugo te persigue,
la bota marca la distancia,
el fusil tu rostro y tu piel.
Retumbar de oleaje sobre el pavimento,
ciudad que se abre con sus fauces eternas.
Rostro de viajera perdida,
carne humana estremecida ante la intemperie,
ante la devastación de un día sin horizonte.
La muerte camina sobre tu piel,
galopa a campo traviesa sobre tus recuerdos
que distantes se esfuman como alaridos de bestia herida.
Tu boca gris, tu mirada sin extensión;
la experiencia es un sueño cada vez más amargo,
la continuación del dolor, la exhumación de la tragedia
te hace recordar que has olvidado los silencios del lenguaje,
la letanía del trigo,
el arado de tu tierra.
Hora candente donde quisieras morir,
crucifixión sobre tu labios cubiertos de hielo,
fugitiva de una guerra que no es tuya;
horda que muerde tu tierra,
lobos vociferantes que medran tu ilusión.
Deslazada, huella sin rastro en el pavimento.