sábado, 29 de agosto de 2009

Monserrat Cultural Nº 24



Imagen de Tapa: "Mariposas Mentales”, dibujo de Eric Cañete /
kahnehteh.blogspot.com

Editorial Septiembre 2009

El mundo sigue girando. De a ratos parece que todo se va a terminar, y la angustia recorre la cara de cada persona. Y de a ratos parece que no pasa nada, y solo se discuten cosas sin importancia, o ni siquiera se discute... En fin, van aqui dos citas que para mí representan algo de lo que está sucediendo en lo cotidiano:


«Panem et circenses» («Pan y circo») (literalmente, «pan y juegos del circo») es una locución latina peyorativa de uso actual que describe la práctica de un gobierno que para mantener tranquila a la población u ocultar hechos controvertidos, provee a las masas de alimento y entretenimiento de baja calidad y con criterios asistencialistas.
La frase fue creada en el siglo I por el poeta romano Juvenal y se encuentra en su Sátira X (81). En su origen describía la costumbre de los emperadores romanos de regalar trigo y entradas para los juegos circenses (carreras de carretas y otros) como forma de mantener al pueblo distraído de la política.
Julio César mandaba distribuir el trigo gratuitamente, o venderlo muy barato, a los más pobres, unos 200.000 beneficiarios. Tres siglos más tarde, Aureliano continuaría la costumbre repartiendo a 300.000 personas dos panes gratuitos por día.
Equivale en la actualidad a «pan y toros», «pan y fútbol», «pan y diversión», etc.

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Incendio en el cuerpo de bomberos
Por: Daniel Moyano

El incendio que se declaró en el Cuerpo de Bomberos no pudo ser sofocado debido a que al personal, que no tenía experiencia de un hecho semejante, le pareció que aunque tenían el fuego ante los ojos, éste era imposible en razón de la naturaleza del Cuerpo y de su función.
Entonces, mientras la alarma sonaba enloquecida, se quedaron de brazos cruzados hasta ser consumidos por llamas gigantescas.
La no existencia, por definición, de bomberos para bomberos, favoreció notablemente el desarrollo del evento.

El editor

MICRORRELATOS

Hormiga
Por: Marco Denevi


Un día las hormigas, pueblo progresista, inventan el vegetal artificial. Es una papilla fría y con sabor a hojalata. Pero al menos las releva de la necesidad de salir fuera de los hormigueros en procura de vegetales naturales. Así se salvan del fuego, del veneno, de las nubes insecticidas. Como el número de las hormigas es una cifra que tiende constantemente a crecer, al cabo de un tiempo hay tantas hormigas bajo tierra que es preciso ampliar los hormigueros. Las galerías se expanden, se entrecruzan, terminan por confundirse en un solo Gran Hormiguero bajo la dirección de una sola Gran Hormiga. Por las dudas, las salidas al exterior son tapiadas a cal y canto. Se suceden las generaciones. Como nunca han franqueado los límites del Gran Hormiguero, incurren en el error de lógica de identificarlo con el Gran Universo.
Pero cierta vez una hormiga se extravía por unos corredores en ruinas, distingue una luz lejana, unos destellos, se aproxima y descubre una boca de salida cuya clausura se ha desmoronado. Con el corazón palpitante, la hormiga sale a la superficie de la tierra. Ve una mañana. Ve un jardín. Ve tallos, hojas, yemas, brotes, pétalos, estambres, rocío. Ve una rosa amarilla. Todos sus instintos despiertan bruscamente. Se abalanza sobre las plantas y empieza a talar, a cortar y a comer. Se da un atracón. Después, relamiéndose, decide volver al Gran Hormiguero con la noticia. Busca a sus hermanas, trata de explicarles lo que ha visto, grita:

“Arriba...luz...jardín...hojas...verde...flores...”

Las demás hormigas no comprenden una sola palabra de aquel lenguaje delirante, creen que la hormiga ha enloquecido y la matan.

(Escrito por Pavel Vodnik un día antes de suicidarse. El texto de la fábula apareció en el número 12 de la revista Szpilki y le valió a su director, Jerzy Kott, una multa de cien znacks.)

La primera respuesta
Por: Oscar Fortuna

Ya atardecía y el viento comenzaba a amainar transformándose en una suave brisa. Los árboles se tornasolaban con los últimos destellos del sol mientras frenaba la bicicleta para llegar al final de mi camino. La mochila ya no me pesaba luego de haberla llevado conmigo tanto tiempo; mis músculos ya no respondían luego de pedalear diez horas sin parar. Sí, sé que suena a locura, pero recién ante la desesperación un hombre descubre a qué extremos puede llegar, y éste fue mi caso.
Me había recibido de filósofo hacía dos años solo para encontrar las respuestas a preguntas que en teoría no tenían respuesta, y luego de insomnes meses encerrado en bibliotecas secretas de gente ya sin nombre, encontré por fin una respuesta a una pregunta. ¡Era tan sencillo! Como todo conocimiento revelado y comprendido, la respuesta era tan simple que me daba bronca no haberme dado cuenta antes.
Tardé una semana en preparar todo, y luego de desarrollar varias hipótesis y conjeturas llegué a ubicar el lugar en un mapa del año 1567. Claro que la ubicación no era exacta, pero con paciencia y algo de suerte lo encontraría.
Y ahora estoy aquí, a dos pasos de la abertura que unos de los astrónomos de Pachacutec dibujó en el lado vedado de la piedra solar. El sol está en posición y debo entrar. Hago un esfuerzo enorme por deslizarme hacia el otro lado, la ropa se me rasga y las heridas provocadas por el filo de la roca hacen que mi sangre se escape, siento como si la sangre se quisiera ir de mi cuerpo. Los ojos me laten y comienzo a ver figuras extrañas dibujadas en la roca del pasadizo: signos que no conozco, pero que me hacen recordar algo muy dentro mío, como un aullido que siempre tuve apresado y que de repente surge incontenible. Grito llegando al límite del dolor, y por fin logro atravesar el portal. Veo agua manando de la roca. El paisaje no es diferente del exterior, quizá algo más fresco. Esperaba encontrar inscripciones o un altar, pero no hay nada.
La caverna es apenas iluminada por un haz de luz que proviene de una abertura tallada hace miles de años quién sabe si por magos o maestros de la tribu. El destello dorado señala un pequeño hueco de donde sale un hilo de agua; y seguro de que comprobaré mi teoría, bebo. No siento nada, y es raro porque esperaba sentir algo raro, diferente, pero... ¡Ey! ¡No siento mi cuerpo! Y todo a mi alrededor comienza a desvanecerse... Oh, Dios, Oh, Dios, me alejo de la tierra, del sol... veo galaxias y mares de estrellas; luces me penetran a pesar de no sentirme sustancia, veo el universo, pero no, veo MÁS, mi esencia fundida con TODO, TODO, TODO, OH, DIOS, no sé si agradecerte u olvidarte. Me has dejado sin preguntas.

Consejos para mantener un estanque

Por: Daniel Rozenberg (director de paisajismo y diseño)

El estanque es una extensión de agua artificial construida para proveer al riego, criar peces, o con fines meramente ornamentales. Su espacio ofrece un contacto con la energía natural que nos rodea, y nos invita a relajarnos por un momento haciendo un stop en el vértigo de la ciudad.
En cada estanque hay vida natural y un ciclo biológico en constante desarrollo entre peces, plantas, animales e insectos que dejan sus huevos, que a su vez sirven de comida a los habitantes del estanque. Este ciclo vital se cumple de forma natural sin intervención humana, por lo que basta con aportar el espacio necesario y mantener la limpieza para que el estanque sea biológicamente estable.
Por este motivo es nuestra responsabilidad no dejar aguas estancadas y mantener su limpieza. Una vez limpio podemos estar tranquilos de que no se generarán focos infecciosos ni mosquitos que puedan contagiar enfermedades. De esta forma podemos disfrutar de nuestros peces, y de la armonía que genera un espacio natural como lo es un estanque.


Por consultas: www.decorpez.com.ar

De Cronopios y de Famas

Por: Julio Cortázar (¡Gracias Julio!)

El canto de los cronopios

Cuando los cronopios cantan sus canciones preferidas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y hasta la cuenta de los días.
Cuando un cronopio canta, las esperanzas y los famas acuden a escucharlo aunque no comprenden mucho su arrebato y en general se muestran algo escandalizados. En medio del corro el cronopio levanta sus bracitos como si sostuviera el sol, como si el cielo fuera una bandeja y el sol la cabeza del Bautista, de modo que la canción del cronopio es Salomé desnuda danzando para los famas y las esperanzas que están ahí boquiabiertos y preguntándose si el señor cura, si las conveniencias. Pero como en el fondo son buenos (los famas son buenos y las esperanzas bobas), acaban aplaudiendo al cronopio, que se recobra sobresaltado, mira en torno y se pone también a aplaudir, pobrecito.

El Rincón de la poesía

Por: Oscar Fortuna

Límites y movimientos de la esperanza

Magnitud que penetra
y sopla en la niebla,
el movimiento circular
se pierde en la madera;
la cuña dibuja
los signos sin sentido
de un código incierto:
el futuro se margina
en las curvas de tu cuerpo.


pintando un paisaje imaginario de la soledad

Nada
otravez el aire se deshace
y las brasas se oscurecen en humo
con el viento del sur ululando
y que penetra en mi alma
tan acostumbrada a la gélida soledad
de este paraje lleno de huecos
lleno de hojas verdes y rojas y amarillas;
un fogón en el medio de la cueva
y el ermitaño sigue en la montaña
tan arriba y nadie sube hasta allá.

Ahora quiero sentarme bajo una lenga
mirando hacia el canal pintado de crepúsculo,
y que el viento se lleve las lágrimas
que acá no puedo derramar.

[amarga y pacífica soledad.]


lima de arena

La inclemencia del tiempo,
lluvia de horas que arrugan mi tez
mientras el corazón enronquece
de aullar a una luna
que todo el tiempo cambia de cara

ninguna fase quiere permanecer
en el cielo que yo les muestro
y ningún fulgor alcanza a anclarse
en el fondo de este mar de arena.