domingo, 28 de junio de 2009

Monserrat Cultural Nº 22


[Imagen de Tapa: "Reina de la Flora”, dibujo de Eric Cañete / kahnehteh.blogspot.com ]

Editorial de Julio

El planeta Tierra, en el que vivimos, se puede ver como la “cosmonave” en la que todos los humanos estamos embarcados y vamos de viaje por el universo. Es una imagen poética, pero también es real. Vamos cruzando el universo, y nuestra nave está cada vez más averiada, y somos nosotros quienes la vamos corroyendo día a día. Es la única nave, no tenemos otra, ni siquiera hay un bote salvavidas... y sin embargo seguimos haciendo un uso irresponsable y despreocupado de nuestro entorno como si fuera inagotable.
Un dicho de los habitantes originarios de América dice:
"Cuando el último árbol haya sido talado, cuando el último río haya sido contaminado, cuando el último pez haya sido pescado, recién el hombre se dará cuenta que no puede comer su dinero"
¿Cuánto más podrá seguir la nave? Si nosotros, sus habitantes y pasajeros no cambiamos nuestro modo de vida, utilizando energías renovables, naturales y autosustentables como el sol, el viento y el agua; y reutilizando y reciclando los mismos materiales con los que ya contamos -estos son ejemplos, pero hay muchos más- a la Tierra le queda poco tiempo con nosotros a bordo. Y ella nos lo está haciendo saber: calentamiento global, tsunamis, inundaciones, terremotos y sequías, cambios extremos de temperatura y pandemias... ¿qué más tiene que ocurrir para que entendamos que la “crisis mundial” no es solo el derrumbamiento del capitalismo y la timba financiera de unos pocos?
Ojalá el hombre sea capaz de salvar al hombre.

¿A quién le puedo preguntar
qué vine a hacer en este mundo?
¿Por qué me muevo sin querer,
por qué no puedo estar inmóvil?
¿Por qué voy rodando sin ruedas,
volando sin alas ni plumas?

Pablo Neruda, El libro de las preguntas


El editor

El entorno del mito: Frodo y Golum

Por: Clara Gorostiaga

“En un agujero de la tierra vivía un hobbit”: así comienza la saga de ”El Señor de los Anillos”. De entre la multitud de personajes, el eje de la historia de Tolkien pasa por dos de ellos, muy pequeños.
Frodo, el héroe, era petiso, mofletudo, amante de la buena mesa, el tabaco y la comodidad. Su oponente, Golum, encerraba dentro del cuerpo menguado un alma narcisista, rencorosa y sedienta de poder. En medio del fragor de las batallas y de espléndidos guerreros, hay un drama oculto: la oposición tenaz entre estos dos seres diminutos.
Golum fue alguna vez poseedor de un anillo poderoso que el destino llevó luego a manos de Frodo. Éste lo recibió contra su voluntad y heredó también, como una pesadilla, la misión de destruirlo.
En un tiempo remoto, un hobbit le había robado el anillo a Golum y estuvo a punto de matarlo. Era consciente del peligro que significaba dejarlo vivo porque tarde o temprano lo buscaría para llenarse de poder o entregarlo a alguien peor que él. Sin embargo le tuvo lástima y lo dejó ir. Quienes conocían este hecho pensaban que su actitud había sido un acto de nobleza bastante insensato. Sólo en el desenlace de la obra se hace patente que fue, además, un acto sabio.
El anillo quedó en manos de los hobbits y así es como Frodo tuvo que cargar con él. Además de su poder inconmensurable, el anillo provocaba en su poseedor un ansia creciente de ser su dueño para siempre. Ésta era su maldición. La necesidad de aniquilarlo residía en que había sido forjado para lograr el dominio de las fuerzas oscuras sobre el mundo.
Frodo caminó durante un año hacia el único lugar capaz de destruir el anillo: una inmensa grieta en lo alto de las montañas. Llegó allí destrozado después de mil penurias y aventuras horrorosas. El deterioro no sólo estaba en su cuerpo sino, sobre todo, en su espíritu: en el momento de arrojar el anillo, el influjo que éste ejercía sobre él alcanzó su culminación y decidió guardarlo para siempre. En el instante en que se lo ponía, apareció Golum a quien todos creían muerto. De un salto se arrojó sobre Frodo y con un mordisco le arrancó el dedo. Pero la violencia de su movimiento le hizo perder el equilibrio y caer en la fosa sin fondo con el anillo en la boca.
Frodo nunca hubiera podido cumplir su misión sin Golum. El hecho de que en el pasado alguien hubiera tenido compasión de su vida miserable, mostraba ahora todo su sentido. Y también posibilitó que Frodo, el héroe, alcanzara la victoria sin ser un vencedor. Porque en la propia debilidad muchas veces está la mayor fuerza..

Microrelato

Alumbramiento
Por: Oscar Fortuna (www.geocities.com/neoimaginante)

Soledad caminaba desnuda por la calle. Se paraba cada diez segundos para no caerse al pozo que la rodeaba. Apenas tenía el espacio suficiente para poner sus piececitos en el barranco. Demasiadas pastillas esa noche. Le habían crecido unas alas de ángel como las que siempre quizo tener para escaparse lejos de todo. Pero de repente cayó y nadie estuvo abajo para sostener su caída.
Ahora estaba muy dolorida, podía ver como su piel se erizaba frente a los ojos de otros, pero sólo veía ojos, ojos que miraban y no le sacaban la vista de encima. _¡Basta dejen de mirarme, dejen de mirarme!_ Estaba ahí acurrucada contra unas piedras muy calientes, como si tuvieran fuego adentro, y la piedra comenzó a rajarse como una cáscara y de allí salió un dragón llorando como un bebé. Ella se aferró a su cuello y se fueron volando juntos lejos de ese infierno.
Cuando despertó estaba en la camilla de un hospital llena de cables y tubitos que no la dejaban hablar ni moverse. Quería recuperar las alas, las alas del ángel de Soledad.
Él la está mirando, y sabe que esos enormes ojos color miel no lo están mirando a él. Soledad sigue volando y se escapa de su espacio, él grita desesperado, con los ojos rotos de lágrimas, pero ella ya no escucha nada, por fin pudo escapar para siempre de su cárcel de piel.

Letrosidades

(Selección de poesías de Jorge Rosker)
jorgerosker@yahoo.com.ar

adagio

el infinito puede
desear
un poco más

también puede
resolver su expectativa de distancia

lo que no puede
es pronunciar palabra

somos soledad
misterio y soledad

agenda para el domingo a la mañana

empuñar un río desde el barro yacente
detener el vértigo del tiempo
(maldito péndulo)
desafiar la poética espacial
escuchar la tierra violada
comprender la crisis
como maniáticos sistemas de sorpresas
dinamizar los equívocos suspensos
en factores de abstracción

explicarle a un hijo
que el amor
no se agota

axioma

el sol no se precipita
se toma todo el día
nos imparte el infinito

modelo en el atelier

mi agotado pincel descansa
sobre tu mano ardiente

entre dudosos recuerdos

beso tu sombra
mis labios se mojan de pasado
recojo una fracción del aire que se mezcla con lo dicho
y enjuago mi boca

no estoy

existo en todas mis ausencias
soy un grito de misteriosa ingenuidad

estoy

finalmente
rodeado de sombras
rápidas, incomprensibles
que no alcanzan a mis deseos

El jardín donde vuelan los mares

(Selección de poesías de Eva Durán)
eljardindondevuelanlosmares@hotmail.com

mi vida
es un espacio compacto
entre dos orgasmos
el orgasmo es un puente de luz
entre dos ciudades de fuego

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señor
dame tan solo
un poco de tu paz
solo así
podré descender tranquila
a los infiernos

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deseo ocupar
un lugar en el armario
donde se ocultan las palabras
que nadie se atreve a pronunciar

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¿qué perfume ocultará
el vaho de animal asustado
de la extraña que me observa
al otro lado del espejo?

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no es cierto
la soledad no me desangra
no me mastica
no me tortura
yo soy la soledad
hija unigénita del silencio

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pegarle una patada
con los pies desnudos
a la jeta del poeta
a su talento impúdico
a su dolor exhibido
a su pene autografiado
a su inútil afán
de abrirse de culo ante el mundo
para mostrar su tormento
anhelando una gloria inservible

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tu cuerpo
guarda en si mismo
la fuerza de la tierra
tus manos garfios
en mi vientre de anarquista

tu piel
hogar, pradera
música, invocación
maravilla que en silencio
suda