martes, 29 de noviembre de 2011

Monserrat Cultural Nº 47

Imagen de Tapa: “Mandala”, de Feanne.

Editorial

En el contexto en el vivimos la ansiedad y el consumo están íntimamente relacionados: muchas veces se puede sentir un malestar sin saber bien cuál es su causa.
La ansiedad imprime un carácter de apremio y forma parte del abanico de respuestas ante el acontecer de la vida humana, por lo que anida en cada persona. Como agente promotor de avances, permite alcanzar logros difíciles, pero también exige la satisfacción inmediata. Cuando la inmediatez no es posible, puede actuar como agente generador de huida y dispersión.
Como signo de malestar, la ansiedad describe un movimiento continuo, como el de las partículas de polvo agitándose bajo un haz de luz. Ese tipo de movimiento sin finalidad no quiere decir que esté exento de razones, ya que a nivel operativo es un modo de eludir el peligro que la persona siente. Pero, al mismo tiempo, ese movimiento, igual que el de las partículas de polvo, puede llevar eventualmente al mismo lugar después de haber recorrido un largo e infructuoso camino.
A lo largo de la historia de la humanidad, hemos sido capaces de sobrevivir al hambre, las enfermedades o los desastres gracias a nuestro instinto de desear y buscar siempre más cosas. Nuestra mente está programada para temer la escasez y consumir lo que podamos. Sin embargo, hoy, gracias a la tecnología, tenemos todo lo necesario para vivir cómodamente, e incluso más de lo que podemos llegar a disfrutar o utilizar. Pero esto no detiene nuestro deseo innato de ir a por más. Todo lo contrario, nos vuelve adictos al trabajo, nos ahoga en un mar de información, nos hace atiborrarnos de más comida y nos embarca en una constante, y frustrante, búsqueda de más ‘felicidad. Lo primero que hay que hacer es averiguar el grado de satisfacción que nos producen las cosas, para distinguir una ilusión pasajera de la verdadera satisfacción. Con esta fórmula cada uno puede detectar los valores que le proporcionan bienestar y descubrir de qué puede prescindir, y así alcanzar paso a paso un nuevo equilibrio vital más satisfactorio.
Una de las obviedades que nuestra vida acelerada nos ha hecho olvidar es que cambiamos dinero por tiempo, la única divisa que no se puede reponer. Entregar horas, días y años de nuestra vida a algo que no nos gusta para pagar créditos debería hacernos reflexionar. Incluso hay personas sin deudas que trabajan tanto que no tienen tiempo de gastar lo que ganan.
¿Por qué casi nadie invierte en tener tiempo? Teniendo en cuenta que las mejores cosas de la vida son gratis –la amistad, el amor, la contemplación de la naturaleza…–, deberíamos prestar atención a nuestra escala de prioridades para colocar cada cosa en su sitio, y así, con tranquilidad y confianza, recuperar la alegría de lo cotidiano y alcanzar la felicidad que a veces parece inalcanzable.


El editor

El Arte de no Enfermarse


Terapia Floral del Dr. Edward Bach




Quien no habla de sus sentimientos, emociones y sentimientos  escondidos, reprimidos llega a enfermarse de gastritis, úlcera, dolores lumbares, dolor en la columna y con el tiempo, la represión de los sentimientos llevarnos a enfermedades crónicas o incurables . Es necesario sincerar, confidenciar, compartir nuestra intimidad, nuestros “secretos”, nuestros errores. El diálogo, el hablar, la palabra, es un poderoso remedio.
Quien no toma decisiones, permanece en la duda, acumula problemas, preocupaciones, frustraciones.  Para decidir es preciso saber renunciar, saber perder algunas cosas para ganar otras. Las personas indecisas son víctimas de dolencias nerviosas, gástricas y de la piel.
Quien no busca soluciones, se mantiene en la  negatividad no solo no consigue soluciones sino que aumentan sus problemas. Prefiere la lamentación, la murmuración, el pesimismo. Somos lo que pensamos. El pensamiento negativo genera energía negativa que se transforma en enfermedad.
Quien vive de apariencias, quien esconde la realidad, finge, vive en un “como si…”, quiere siempre dar la impresión de estar bien, quiere mostrarse siempre tranquilo,  perfecto, alegre, está acumulando un gran peso sobre sí, lo que lleva a la rigidez, las contracturas, los dolores.
Es necesario aceptarnos. El rechazo de sí mismo, la ausencia de autoestima, hace que nos volvamos ajenos de nosotros mismos. Ser uno mismo es el núcleo de una vida saludable. Quienes no se aceptan a sí mismos, son envidiosos, celosos, imitadores, competitivos, destructivos. Aceptarse, aceptar ser aceptado, aceptar  las críticas, es sabiduría.
Es necesario confiar. Quien no confía, no se comunica, no se abre, no se relaciona, no crea relaciones estables y profundas, no sabe hacer amistades verdaderas. Sin confianza, no hay vínculo. La desconfianza es falta de fe en sí, en los otros y en Dios.
No vivir en la tristeza.  El bueno humor, la risa, el reposo, la alegría, recuperan la salud,  permiten una buena calidad de vida. La persona alegre tiene el don de alegrar el ambiente donde vive. La alegría es salud.
El Dr. Edward Bach dice que el origen de la enfermedad está en el conflicto que se genera entre el alma y la personalidad. Y en ese conflicto aparecen nuestras emociones negativas primer síntoma, que de no ser tenido en cuenta, es la puerta para la enfermedad física.
Es por eso que el Dr. Bach trabajó para encontrar sus esencias florales que trabajan sobre el cuerpo emocional las que a través de un proceso terapéutico ayudan a las personas a transformar sus emociones negativas en positivas: alegría, amor, compasión, confianza, coraje, decisión, amor a sí mismo, etc.
Los remedios florales tienen la cualidad de elevar nuestras vibraciones energéticas y abrirnos a la recepción del yo espiritual; de esta manera la Naturaleza, con su virtud particular, nos libera de lo que es la causa de la enfermedad. No hay verdadera curación si no hay cambio de perspectiva, paz espiritual y felicidad interior.
Los remedios florales ejercen una influencia notable sobre la personalidad y ayudan al bienestar  general independientemente de la estructura caracterológica del individuo, pues serán eficaces aún cuando la persona no crea en su acción benéfica e independientemente del nivel de evolución de su conciencia, y su efecto puede ser aumentado sensiblemente mediante el trabajo conciente, lo que implica un trabajo terapéutico en el que la persona comprenda el proceso que lo ha llevado a su enfermedad y acompañe el proceso de su sanación.




Lic. Alicia Mabel Alfuso
en Terapia Floral Dr. E. Bach M.I. 0276-008
Psicóloga Social - Astróloga Humanística
Reiki Master
4308-4215 15-5835-3744
www.mirada-terapeutica.com.ar
aliciamabelalfuso@gmail.com
http://mirada-terapeutica.blogspot.com/

Poesía porque sí

Noche lobo

la noche lobo
me estalló en la cara
ahora
no sé quién soy

saciar
el alma
lo estrellado en el sueño
llevar olfato entre la maleza
los dientes firmes
la saliva incandescente


Fedra Spinelli en Digo Bosque y otros poemas

___________


¿Quién seré mañana?
luego de mirar la ciudad sonámbula
arrepintiéndose de ser tan bella con los poetas.

¿Quién?
cuando las manos se tornen vacías
y no haya rastro de luz entre los dedos,
y las calles me hagan temblar con sus ruidos y su gente,
cuando me quieran poco por haber herido
y se hayan salvado mis amigos del naufragio
en una hora difícil sin colores ni rosas.

¿Quién podrá descifrarme en silencio
la melodía de las estrellas?
mañana cuando tantas muertes me hayan golpeado,
y tenga miedo de todo, inclusive de mí.

Carlos Luis Ortiz

Microrelatos

"-Las cosas que vemos -dijo Pistorius con voz apagada- son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos vive tan irrealmente; porque cree que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, desde luego. Pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría. Sinclair, el camino de la mayoría es fácil, el nuestro difícil. Caminemos."

Demian - Hermann Hesse

"La torre de babel nos dice a nosotros, arquitectos, que construimos con el significado y a través del significado, con palabras y a través de las palabras. La confusión no es tanto un obstáculo que aparece al final, sino la materia misma con la que construimos nuestras torres. Los mitos nos ayudan sólo cuando podemos invertirlos. Todos somos como Prometeo, castigados; debemos encontrar entonces aquel acto heroico que justifique el castigo. Todos recibimos la confusión de lenguas (y no son las lenguas extranjeras las que nos atormentan, sino que nuestra propia lengua natal nos esconde las palabras apropiadas para decir lo que somos o lo que queremos). Debemos entonces aceptar la confusión y partir desde el final del mito para ir hacia el principio, hasta encontrar la ambición extrema que haga justa la condena".

“La sexta lámpara”, Pablo De Santis, Cap. XXX

¿Quiénes son los pobres?

Sin olvidar el drama de millones de personas que sufren escasez de agua, alimentos y medicinas, la mayoría de la gente tiende a utilizar un baremo consumista para medir la pobreza. Desde nuestro punto de vista, el campesino de Bután que vive de sus cultivos y del trueque sería considerado pobre de solemnidad, por mucho que su país exhiba un elevado índice de Felicidad Interior Bruta.
Sobre el concepto de pobreza, hay una lúcida fábula de autor desconocido. Cuenta que el padre de una familia muy rica llevó a su hijo de viaje a una comunidad indígena con el expreso propósito de mostrarle cómo viven los pobres. Estuvieron un par de días y noches alojados en la granja de lo que se podría considerar una familia muy pobre. A la vuelta del viaje, el padre preguntó a su hijo qué le había parecido la experiencia y si se había dado cuenta de cómo vivían los pobres para valorar más lo que tenía en casa.
El niño respondió que le había encantado el viaje y que ahora ya sabía cómo vivían los pobres. Cuando el padre le pidió que especificara lo que había aprendido, el pequeño enumeró así lo que había visto:
“Nosotros tenemos un perro y ellos tienen varios.
Nosotros tenemos una piscina que ocupa la mitad del jardín y ellos tienen un arroyo que no tiene fin.
Nosotros hemos puesto faroles en nuestro jardín y ellos tienen las estrellas por la noche.
Nuestro patio es tan grande como el jardín y ellos tienen el horizonte entero.
Nosotros tenemos un pequeño trozo de tierra para vivir y ellos tienen campos que llegan hasta donde nuestra vista no alcanza.
Nosotros tenemos criados que nos ayudan, pero ellos se ayudan entre sí.
Nosotros compramos nuestra comida, pero ellos cultivan la suya.
Nosotros tenemos muros alrededor de nuestra casa para protegernos, ellos tienen amigos que los protegen.”
El padre del niño quedó boquiabierto. Finalmente, su hijo añadió:
“Gracias, papá, por enseñarme lo pobres que somos.”

martes, 25 de octubre de 2011

Monserrat Cultural Nº 46

Imagen de Tapa: “La canción”, de Feanne

Editorial

En una civilización donde resulta inmoral no ser feliz y donde predominan la evasión, la violencia mediática y la frivolidad, sucede que el hombre actual sufre por no querer sufrir. Y prospera el infantilismo, que declara: “Sufro: alguien tiene que ser el causante”. Es el argumento que Nietzsche llamó “de las ovejas enfermizas”. Todo esto lo comparto en el siguiente texto, que  intenta despertar el sentido de responsabilidad con uno mismo, y por ende con los demás. Porque el cambio y las mejoras siempre empiezan por uno mismo. Después de siglos de investigación, la frase disparadora de la Filosofía occidental “Conócete a ti mismo”, sigue siendo el camino que nos puede llevar a la Felicidad.
Se dice que estas palabras estaban inscritas en la puerta del templo de Apolo en Delfos, lugar de culto en la antigua Grecia. A pesar de que se suelen atribuir al filósofo Sócrates (470 a.C. – 399 a.C.), su origen se remonta más allá del siglo VI a.C., siendo más antigua que la historia misma de la Filosofía. La importancia de este aforismo atemporal radica en que orienta a los seres humanos a que exploremos nuestra realidad interior, donde se encuentra todo lo que necesitamos para poner fin a nuestro sufrimiento y alcanzar la plenitud que tanto anhelamos.

El editor

El sufrimiento en la “civilización del placer”
Por Luis Hornstein (Psicólogo y ensayista)
La moral y la felicidad, antes enemigas irreductibles, se han fusionado; actualmente resulta inmoral no ser feliz. Hemos pasado de una civilización del deber a una del placer. Allí donde se sacralizaba la abnegación y la privacidad tenemos ahora la evasión, la violencia mediática y la frivolidad. La dictadura de la euforia sumerge en la vergüenza a los que sufren. No sólo la felicidad constituye, junto con el mercado de la espiritualidad, una de las mayores industrias de la época, sino que es también el nuevo orden moral.
El hombre actual sufre por no querer sufrir. Quiere anestesia en la vida cotidiana. Ciertos sufrimientos sólo preocupan cuando son desmesurados, sea por la duración, sea por la intensidad. Para atenuarlos, para borrarlos, recurrimos a diversas estrategias: los fármacos, el alcohol, las drogas, la calma chicha de ciertas corrientes orientales que decretan vanos nuestros afectos y compromisos. Otra estrategia es el infantilismo y la victimización. Ambas intentan eludir las consecuencias de los propios actos. “‘Sufro: indudablemente alguien tiene que ser el causante’: así razonan las ovejas enfermizas”, escribió Nietzsche.
¿Qué es el infantilismo? Tenemos derecho a evitar la intemperie, pero otra cosa es pretender la protección que se le da al niño. El infantilismo combina una exigencia de seguridad con una avidez sin límites. La victimización es convertirse en inimputable según el modelo de los damnificados. Al demostrar que el ser humano es movido también por fuerzas que no conoce (lo inconsciente), Freud proporcionó una batería de pretextos para justificar sus actos (mi infancia desgraciada, mi madre “castradora”, mi padre ausente). La infancia termina con la pubertad. Pero tiene sus reediciones, que aportan un flujo renovador. Tal vez una vida más plena sea eso. No es necesario hacerse todas las cirugías ni hablar a la moda, basta con recuperar la capacidad de asombro de la infancia.

Cuento


La bolsa de tiempo
Por: Oscar Fortuna

Elmo y Habkir se bamboleaban aquella mañana sonrientes. Habían salido ilesos una vez más de una noche llena de los sabores exquisitos y embriagantes de la fiesta del emperador. Como degustadores de la comida del divino déspota disfrutaban de los manjares más suculentos, aunque siempre el velo de la muerte sobrevolaba en sus alientos. Por eso siempre volvían a sus casas embriagados de victoria: le habían sacado un día más a la muerte. Solían despertar a los cortesanos con sus cantos burlescos, y esa mañana venía con el agregado de una reyerta por una bolsa. Ambos solían ponerse belicosos con la bebida, y cualquier excusa era buena para el pleito.
La suerte quiso que esa mañana el emperador los encontrara tironeando de la arpillera mientras la gente hacía un círculo alrededor de los borrachos:
–¡Basta! ¿Qué hay en esa bolsa que merezca semejante lucha? –preguntó el déspota.
Ambos sirvientes se enderezaron, recuperados repentinamente de la resaca por el susto:
–Su excelencia, he guardado aquí mis más gratos recuerdos; desde el árbol que trepaba de niño, mi perro y las frutas robadas, hasta el primer beso con aquella muchacha –respondió Elmo.
Ante la media sonrisa del rey, Habkir no quiso ser menos:
–Emperador, todo lo que este miserable ha dicho es mentira, aquí dentro está el futuro que me espera, lleno de los árboles que no pude trepar, del perro que no tuve y las frutas que no saboreé, hasta la muchacha que me espera con sus besos.
El emperador tomó la bolsa a fin de terminar con la disputa, y entre las risas de la gente que acusaba de locos a los contendientes lo sorprendió desde el fondo de la bolsa la cáscara de un huevo roto. Riendo a carcajadas dejó ir a sus siervos y se guardó la bolsa. Además del huevo, el rey de reyes encontró la eternidad que hacía tiempo estaba buscando, y que Elmo y Habkir no habían sabido ver, anhelando uno su pasado y otro su futuro, pasando por alto lo más importante: el presente.

Poesía porque sí


Por: Ana Romano
 
DESCARTABLE 


Arrastra 
marginado 
el cuerpo 
La búsqueda 
devuelve 
miseria 
El viento 
entumece 
¿Prosigue? 
desnudo 
Las ruedas pesan 
e insiste 
El hambre 
traspasa su sombra 
Sueña 
con una frazada. 


AÑORANZA 
 
Asomada al recuerdo 
emerge 
tu 
figura soberbia 
autoritaria 
desprotegida 
En aridez 
sembraste 
diminutas semillas 
La muñeca impávida 
detecta 
cómo llega la muerte 
Despido 
en cuanto salpica 
un hálito de destellos. 


CAUTIVO 
 
Se sacude inquieto 
aletea 
Aun agobiado 
se rebela 
Mientras lo acordonan 
en el intento de 
aplastarlo 
chilla 
hiende 
rasguña 
Dispuesto 
a salir (se) 
además gime. 


CUÑA 
La matanza 
coagula 
El quejido 
secciona 

El soporte aflige 
escarba 
amputa 

Inocula 
–estéril 
roto 
perplejo– 

autonomía.

martes, 27 de septiembre de 2011

Monserrat Cultural Nº 45

Imagen de Tapa: “Estampas de Primavera”, de Feanne.

Editorial

Para este editorial tuve que achicar la letra. Pido disculpas a los que tengan que ir a buscar una lupa, pero no tuve opción. El texto que comparto a continuación ofrece mucho para pensar y creer en que aún se puede. Los dejo con “la metamorfosis”.

Elogio de la metamorfosis
Por Edgar Morin (Sociólogo y filósofo. Francia)


El objetivo ahora es salvar a la humanidad. Para ello urge cambiar nuestros modos de pensar y vivir. La idea de metamorfosis, más rica que la de revolución, aporta la esperanza en un mundo mejor
Cuando un sistema es incapaz de resolver sus problemas vitales por sí mismo, se degrada, se desintegra, a no ser que esté en condiciones de originar un metasistema capaz de hacerlo y, entonces, se metamorfosea. El sistema Tierra es incapaz de organizarse para tratar sus problemas vitales: el peligro nuclear, agravado por la diseminación y, tal vez, privatización del arma atómica; la degradación de la biosfera; una economía mundial carente de verdadera regulación; el retorno de las hambrunas; los conflictos étnico-político-religiosos que tienden a degenerar en guerras de civilización...
Se trata de potenciar la economía plural, social y solidaria, de fomentar las energías verdes. Una conciencia de que la Tierra es la patria común no es contraria al vigor de las colectividades locales.
Lo probable es la desintegración. Lo improbable, aunque posible, la metamorfosis. ¿Qué es una metamorfosis? El reino animal aporta ejemplos.
La oruga que se encierra en una crisálida comienza así un proceso de autodestrucción y autorreconstrucción al mismo tiempo, adopta la organización y la forma de la mariposa, distinta a la de la oruga, pero sigue siendo ella misma.
A partir del siglo XXI, se plantea el problema de la metamorfosis de las sociedades históricas en una sociedad-mundo de un tipo nuevo, que englobaría a los Estados-nación sin suprimirlos. Pues la continuación de la historia, es decir, de las guerras, por unos Estados con armas de destrucción masiva conduce a la cuasi-destrucción de la humanidad.
Aunque parece posible corregir ciertos males, es imposible frenar la oleada técnico-científico-económico-civilizatoria que conduce al planeta al desastre. Y sin embargo, la historia humana ha cambiado de vía a menudo.
Todo comienza siempre con una innovación, un nuevo mensaje rupturista, marginal, modesto, a menudo invisible para sus contemporáneos. Así comenzaron las grandes religiones: budismo, cristianismo, islam. El capitalismo se desarrolló parasitando a las sociedades feudales para alzar el vuelo y desintegrarlas.
De hecho, todo ha recomenzado, pero sin que nos hayamos dado cuenta. Estamos en los comienzos, modestos, invisibles, marginales, dispersos. Pues ya existe, en todos los continentes, una efervescencia creativa, una multitud de iniciativas locales en el sentido de la regeneración económica, social, política, cognitiva, educativa, étnica, o de la reforma de vida.
Son estas vías múltiples las que, al desarrollarse conjuntamente, se conjugarán para formar la vía nueva que podría conducirnos hacia la todavía invisible e inconcebible metamorfosis. Para elaborar las vías que confluirán en la Vía, tenemos que deshacernos de las alternativas reductoras a las que nos obliga el mundo de conocimiento y pensamiento hegemónico. Así es necesario, al mismo tiempo, mundializar y desmundializar, crecer y decrecer, desplegar y replegar.
La orientación mundialización-desmundialización significa que, si bien hay que multiplicar los procesos de comunicación y "planetarización" culturales, si bien necesitamos que se constituya una conciencia de "Tierra-patria", también hay que promover, de manera desmundializadora, la alimentación de proximidad, los artesanos de proximidad, los comercios de proximidad, las huertas periurbanas, las comunidades locales y regionales.
La orientación crecimiento-decrecimiento significa que hay que potenciar los servicios, las energías verdes, los transportes públicos, la economía plural -y por tanto la economía social y solidaria-, las disposiciones para la humanización de las megalópolis, las agriculturas y ganaderías biológicas, y reducir los excesos consumistas, la comida industrializada, la producción de objetos desechables y no reparables, el tráfico de automóviles y de camiones en beneficio del ferrocarril.
La orientación despliegue-repliegue significa que el objetivo ya no es fundamentalmente el desarrollo de los bienes materiales, la eficacia, la rentabilidad y lo calculable, sino el retorno de cada uno a sus necesidades interiores, el gran regreso a la vida interior y a la primacía de la comprensión del prójimo, el amor y la amistad.
Ya no basta con denunciar, hace falta enunciar. No basta con recordar la urgencia, hay que comenzar a definir las vías que conducen a la Vía.
La verdadera esperanza sabe que no es certeza. Es una esperanza no en el mejor de los mundos, sino en un mundo mejor. "El origen está delante de nosotros", decía Heidegger. La metamorfosis sería, efectivamente, un nuevo origen.

El editor

Poesía

Antiguas cenizas

Holocausto en tu piel,
que se quebrante tu silueta en la mía,
tus manos en las mías en un nudo de azar;
desierto de tus poros quiero recorrer,
uno a uno...

Antiguas cenizas descendientes de la tierra,
resucita en mí la tierra arrasada de tus besos.
Austera o sin recelo, déjame disgregar mis dedos
sobre tu cuello,
sobre tus senos olvido y otoño quiero ser.

Inquebrantable bosque de deseos,
frescura abierta son tus labios,
derrama en silencio el panal de la eternidad,
somos la continuación de la existencia;
deshabitada la noche en ti gime
cuando volatizas el lúgubre deseo.

Voz imperceptible, soneto grave
si muero en tu voz, anclado a tu piel
como un barco de papel...si muero en ti,
déjame partir hasta el desierto,
Inmovilízame para siempre en tus ojos,
atízame abrazando el cielo de tu cuerpo.

Si vivo en ti, plenitud, infinito, errante,
polvo de trigo en tus caderas,
en la cúspide y a la grupa descubriendo continentes,
arando centaura mía la tierra de tu piel
quiero erigir una estatua fortificada de besos y pasión
Si vivo, solo en ti centaura mía,
Tierra de pasión, solo en ti quiero igual morir.

Gildardo Gutiérrez Isaza

La asfixia me arropa, ciudad desentiéndeme
de tu cansancio.
Estuve mirando desde un salón como
se pudre el mediodía por tu caravana
de hormigas públicas.
Aunque el resquemor de perderte me
hinque en tus calles, lengua de brea.
Cuando alumbra el sol, tu hocico
es una ventana por donde se observa
las huellas del colibrí
somos un matrimonio pasado por el azogue,
vivimos para hacernos felices a la fuerza.

Christian Arteaga


Si parece que fue ayer

Nací en este Buenos Aires
en un gran Barrio Porteño
fue reducto mazorquero
el barrio de Montserrat.

Pasé aquí mi adolescencia
fui feliz, no lo sabía
hasta que llegó un buen día
que partí sin avisar.

Tenía aún toda la vida
como se ha pasado el tiempo
no me di casi ni cuenta
si hasta me cuesta creer

Hoy de nuevo en Buenos Aires
lo he encontrado tan cambiado
como se ha pasado el tiempo
si parece que fue ayer.

Tantos y tantos recuerdos
mis amigos y mi casa
los domingos en la Iglesia
a ver si ella al fin me miraba.

Todo eso pasó por mi mente
nada nunca iba a volver
como se ha pasado el tiempo
si parece que fue ayer.

Guillermo R. Comas

XII
¿Quién seré mañana?
luego de mirar la ciudad sonámbula
arrepintiéndose de ser tan bella con los poetas.

¿Quién?
cuando las manos se tornen vacías
y no haya rastro de luz entre los dedos,
y las calles me hagan temblar con sus ruidos y su gente,
cuando me quieran poco por haber herido
y se hayan salvado mis amigos del naufragio
en una hora difícil sin colores ni rosas.

¿Quién podrá descifrarme en silencio la melodía de las estrellas?
mañana cuando tantas muertes me hayan golpeado,
y tenga miedo de todo, inclusive de mí.

Carlos Luis Ortiz

Microrelatos

La bolsa de tiempo
Por: Oscar Fortuna


Elmo y Habkir se bamboleaban aquella mañana sonrientes. Habían salido ilesos una vez más de una noche llena de los sabores exquisitos y embriagantes de la fiesta del emperador. Como degustadores de la comida del divino déspota disfrutaban de los manjares más suculentos, aunque siempre el velo de la muerte sobrevolaba en sus alientos. Por eso siempre volvían a sus casas embriagados de victoria: le habían sacado un día más a la muerte. Solían despertar a los cortesanos con sus cantos burlescos, y esa mañana venía con el agregado de una reyerta por una bolsa. Ambos solían ponerse belicosos con la bebida, y cualquier excusa era buena para el pleito.
La suerte quiso que esa mañana el emperador los encontrara tironeando de la arpillera mientras la gente hacía un círculo alrededor de los borrachos:
–¡Basta! ¿Qué hay en esa bolsa que merezca semejante lucha? –preguntó el déspota.
Ambos sirvientes se enderezaron, recuperados repentinamente de la resaca por el susto:
–Su excelencia, he guardado aquí mis más gratos recuerdos; desde el árbol que trepaba de niño, mi perro y las frutas robadas, hasta el primer beso con aquella muchacha –respondió Elmo.
Ante la media sonrisa del rey, Habkir no quiso ser menos:
–Emperador, todo lo que este miserable ha dicho es mentira, aquí dentro está el futuro que me espera, lleno de los árboles que no pude trepar, del perro que no tuve y las frutas que no saboreé, hasta la muchacha que me espera con sus besos.
El emperador tomó la bolsa a fin de terminar con la disputa, y entre las risas de la gente que acusaba de locos a los contendientes lo sorprendió desde el fondo de la bolsa la cáscara de un huevo roto. Riendo a carcajadas dejó ir a sus siervos y se guardó la bolsa. Además del huevo, el rey de reyes encontró la eternidad que hacía tiempo estaba buscando, y que Elmo y Habkir no habían sabido ver, anhelando uno su pasado y otro su futuro, pasando por alto lo más importante: el presente.

"-Las cosas que vemos -dijo Pistorius con voz apagada- son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos vive tan irrealmente; porque cree que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, desde luego. Pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría. Sinclair, el camino de la mayoría es fácil, el nuestro difícil. Caminemos."

Demian - Hermann Hesse

"La torre de babel nos dice a nosotros, arquitectos, que construimos con el significado y a través del significado, con palabras y a través de las palabras. La confusión no es tanto un obstáculo que aparece al final, sino la materia misma con la que construimos nuestras torres. Los mitos nos ayudan sólo cuando podemos invertirlos. Todos somos como Prometeo, castigados; debemos encontrar entonces aquel acto heroico que justifique el castigo. Todos recibimos la confusión de lenguas (y no son las lenguas extranjeras las que nos atormentan, sino que nuestra propia lengua natal nos esconde las palabras apropiadas para decir lo que somos o lo que queremos). Debemos entonces aceptar la confusión y partir desde el final del mito para ir hacia el principio, hasta encontrar la ambición extrema que haga justa la condena".

“La sexta lámpara”, Pablo De Santis, Cap. XXX

Cuando los pensamientos nos enferman o nos complican la vida

Juan estaba enamorado de Claudia, hasta demasiado se diría a juzgar por el grado de dependencia que había desarrollado hacia ella. Pero un día, inesperadamente, Claudia le dijo que quería cortar la relación. Juan quedó perplejo, tambaleó, pero se repuso. Y se olvidó de todo. Al menos eso parecía. Evitaba pensar en lo sucedido, tomaba cerveza con amigos cuando la tristeza amagaba aparecer, no lloró... aquí no ha pasado nada, se dijo.
¿Y esta mancha en la mano, de que será? La mancha se extendía y recrudeció, casualmente, cuando intentó una nueva relación con otra mujer. Le dijeron que era soriasis y lo medicaron. Pero no se iba..
Cuando atravesaba situaciones emocionales que inconscientemente conectaban con el dolor escondido de su experiencia pasada, la soriasis lo invadía, luego solo quedaba una marca. Casi un recordatorio. Pero eso sí, de Claudia no se acordó nunca más.
Tendemos a considerar como cosas totalmente aisladas al cuerpo y a las emociones. Vemos las enfermedades físicas como simples desajustes de una maquinaria susceptible a los ataques externos como virus, bacterias, condiciones climáticas o accidentes, pero habitualmente no evaluamos la implicancia de los factores psíquico-emocionales y de los pensamientos, en el surgimiento o la evolución de una cierta enfermedad, o en los acontecimientos de la vida. En la época actual, la vida anímica, el mundo de lo interno, se encuentra desprestigiado y desvalorizado. El énfasis está puesto en la adaptación a las condiciones de la vida laboral y profesional, a la consecución de metas y logros, a la competencia para conseguir un ascenso, a una actitud constante alerta y tensa. Esta es una de las condiciones que favorecen la aparición de las denominadas enfermedades psicosomáticas que lejos de ser las clásicas (asma, úlcera, colitis...) puede referirse a cualquier dolencia. Actualmente hay una enorme y rápida categorización de algunas de ellas como ‘depresión’ o ‘ataque de pánico’. Este último ya fue descripto a principios del 1900 por Freud, con el nombre de ‘ataque de angustia’. Ambas suelen ser tratados rápidamente con medicación, sin detenerse a observar los motivos de su aparición.
Existe la falsa creencia de que si ignoramos las emociones que nos provocan sufrimiento, nos volvemos más fuertes, el malestar desaparecerá y olvidaremos lo sucedido. En general ocurre lo contrario. El suceso-pensamiento-emoción que escondemos, desconociéndolo, genera sus efectos. Es posible tomar otro sendero.
Revisar las creencias y puntos de vista que funcionan en nosotros, aunque no sepamos cuáles son, y que se activan frente a los acontecimientos de la vida, como el fin de una o pareja, un despido laboral, un accidente. Cuestionar las afirmaciones que hacemos de nosotros mismos, esos pensamientos que nos decimos en silencio (por ej. ‘siempre tengo mala suerte’ o ‘me toman de tonto porque soy bueno’, o ‘soy débil’) y que dirigen nuestra vida sin que lo sepamos. Una enorme cantidad de elecciones que hacemos en la vida se derivan directamente desde la posición subjetiva en que estamos ubicados en función de esos ‘pensamientos silenciosos’.
La sensación de sentirse traicionado por el destino, cristalizada en la pregunta ¿por qué tenía que tocarme esto a mí? no suele llevar a ningún lado. En cambio preguntarnos sobre lo que nos sucede, sobre todo cuando son experiencia que se reiteran a lo largo de la vida, puede abrir puertas a un modo de vivir más pleno y con menos sufrimiento.


Lic. Héctor Frattini (psicólogo – psicoanalista) M.P. N° 19849 - Tel : 4374-3863
hectorfrattini@yahoo.com.ar

Ecología y Salud

¿Quiénes son los pobres?

Sin olvidar el drama de millones de personas que sufren escasez de agua, alimentos y medicinas, la mayoría de la gente tiende a utilizar un baremo consumista para medir la pobreza. Desde nuestro punto de vista, el campesino de Bután que vive de sus cultivos y del trueque sería considerado pobre de solemnidad, por mucho que su país exhiba un elevado índice de Felicidad Interior Bruta.
Sobre el concepto de pobreza, hay una lúcida fábula de autor desconocido. Cuenta que el padre de una familia muy rica llevó a su hijo de viaje a una comunidad indígena con el expreso propósito de mostrarle cómo viven los pobres. Estuvieron un par de días y noches alojados en la granja de lo que se podría considerar una familia muy pobre. A la vuelta del viaje, el padre preguntó a su hijo qué le había parecido la experiencia y si se había dado cuenta de cómo vivían los pobres para valorar más lo que tenía en casa.
El niño respondió que le había encantado el viaje y que ahora ya sabía cómo vivían los pobres. Cuando el padre le pidió que especificara lo que había aprendido, el pequeño enumeró así lo que había visto:
“Nosotros tenemos un perro y ellos tienen varios.
Nosotros tenemos una piscina que ocupa la mitad del jardín y ellos tienen un arroyo que no tiene fin.
Nosotros hemos puesto faroles en nuestro jardín y ellos tienen las estrellas por la noche.
Nuestro patio es tan grande como el jardín y ellos tienen el horizonte entero.
Nosotros tenemos un pequeño trozo de tierra para vivir y ellos tienen campos que llegan hasta donde nuestra vista no alcanza.
Nosotros tenemos criados que nos ayudan, pero ellos se ayudan entre sí.
Nosotros compramos nuestra comida, pero ellos cultivan la suya.
Nosotros tenemos muros alrededor de nuestra casa para protegernos, ellos tienen amigos que los protegen.”
El padre del niño quedó boquiabierto. Finalmente, su hijo añadió:
“Gracias, papá, por enseñarme lo pobres que somos.”

domingo, 28 de agosto de 2011

Monserrat Cultural Nº 44

Imagen de Tapa: “Ángel” de Franchesco.

Editorial

Esta vez comparto una lectura que me permitió reapreciar una idea-sentimiento que el mercado agota y deforma, quitándole su poder de transformación para bien de todos. Espero lo disfruten tanto como yo.

El editor

El amor es un gesto muy fuerte porque significa que hay que aceptar que la existencia de otra persona se convierta en nuestra preocupación. Mi idea sobre la reinvención del amor quiere decir lo siguiente: puesto que el amor se refiere a esa parte de la humanidad que no está entregada a la competencia, al salvajismo; puesto que, en su intimidad más poderosa, el amor exige una suerte de confianza absoluta en el otro; puesto que vamos a aceptar que ese otro esté totalmente presente en nuestra propia vida, que nuestra vida esté ligada de manera interna a ese otro, pues bien, ya que todo esto es posible ello nos prueba que no es verdad que la competitividad, el odio, la violencia, la rivalidad y la separación sean la ley del mundo.
El amor está amenazado por la sociedad contemporánea. Esa sociedad bien quisiera sustituir el amor por una suerte de régimen comercial de pura satisfacción sexual, erótica, etc.
Entonces, el amor debe ser reinventado para defenderlo. El amor debe reafirmar su valor de ruptura, su valor de casi locura, su valor revolucionario como nunca lo hizo antes. No hay que dejar que el amor sea domesticado por la sociedad actual –que siempre busca domesticarlo–.
En otros tiempos, las sociedades clericales y tradicionales buscaron domesticarlo por el matrimonio y la familia. Hoy se busca domesticar al amor con una mezcla de pornografía libre y de contrato financiero.
Pero debemos preservar la potencia subversiva del amor y apartarlo de esas amenazas. Y ello es extensivo a otras cosas: el arte debe también apartarse de la potencia del mercado, la ciencia igualmente. Allí donde hay un pensamiento humano activo y desinteresado hay un combate para liberarlo de los intereses.
Hay que pelear por conservar lo excepcional que nos ocurre. Después veremos. De esa forma salvaremos la idea y sabremos qué es exactamente la felicidad. No soy un asceta. No estoy por el sacrificio. Estoy convencido de que si logramos organizar una reunión con obreros y ponemos en marcha una dinámica, si podemos superar una dificultad en el amor y nos reencontramos con la persona que amamos, si hacemos un descubrimiento científico, ahí empezamos a comprender qué es la felicidad. La felicidad es una idea fundamental.”

Alain Badiou
Filósofo, dramaturgo y novelista francés.

Ecología y Salud

Consumismo vs. creatividad:
Cómo el preocuparte por cosas afecta tu mente

Sabemos que el consumo desenfrenado de objetos y bienes materiales no es beneficioso para el planeta: cada nueva cosa que compramos requirió la extracción de materias primas y el empleo de energía para su producción, transporte para su comercialización, y creará basura cuando dejemos de usarlo o lo hayamos consumido. Multipliquemos esto por la cantidad de veces que compremos algo innecesario, y tendremos la idea del impacto. 
Pero podría haber una razón más por la cual evitar el consumismo: la búsqueda e investigación previa a la compra de un objeto estaría de hecho afectando nuestra creatividad y concentración, ya que el impulso consumista estimula la misma parte del cerebro que se activa cuando estás detrás de una buena idea: ese mecanismo que lleva a probar una alternativa detrás de otra y ver qué es lo que funciona mejor, ese deseo, olfato e instintos propios de la búsqueda de algo nuevo.
Llamado 'búsqueda' por el científico neurológico Jaak Panksepp, este estado emocional aplica tanto a nuestras necesidades físicas como a recompensas abstractas: lo importante es la emoción de hacer conexiones, anticipar el significado.
Lo que alimenta este estado es la liberación de dopamina en el cerebro, que promueve un estado de impaciencia y propósito. Un estado mental en el que los seres humanos adoran estar, sólo que en el caso del consumismo, lo empleamos con el fin de encontrar el producto perfecto en lugar de una nueva idea o un propósito mayor para nuestra vida. 
Es así que podemos pasarnos horas leyendo revisiones de artículos, comparando precios y buscando la mejor forma de envío, en lo que perdemos valioso tiempo que podríamos estar empleando en actividades que nos proporcionen más contenido que una nueva cámara de fotos. O buscando el mejor precio de un objeto en distintas tiendas, o pensando el mejor regalo material para alguien. Muchas veces la persona podrá decirse a sí misma que lo que busca le es necesario para su vida o para llegar a un fin mayor, pero en realidad la creatividad no depende de objetos materiales. De hecho, la carencia de recursos generalmente estimula la creatividad. 
Así es que la próxima vez que tengan un impulso de búsqueda consumista, piensen tanto en el medio ambiente como en estos temas. ¿Reconocen a sus hábitos en esta descripción?

Rincón Psi

¿Para qué consultar con un psicólogo/psicoanalista?

Existe un prejuicio que ha creado una enorme barrera frente a la consulta con un psicólogo/psicoanalista: “el psicólogo es para los locos”. Esto no es nuevo, por el contrario, se remonta a un tiempo donde se relacionaba de una forma oscura la psicología, la psiquiatría y el tratamiento de los enfermos mentales con los hospicios.  No se prestaba atención a la serie de padecimientos que hoy consideramos “sufrimiento psíquico o emocional” o “enfermedades psicosomáticas”.
Fue Sigmun Freud, un médico neurólogo vienés, quien a partir del año 1895 comenzó a llamar la atención sobre la importancia de escuchar de otra manera a los pacientes. Halló que los propios enfermos relacionaban su dolor físico, su imposibilidad de movimiento o su decaimiento generalizado con sucesos de su vida afectiva como desengaños amorosos o acontecimientos traumáticos como la larga enfermedad o muerte de un familiar.
A partir de estos hechos investigó y logró puntualizar dos cuestiones fundamentales en la comprensión de cómo se generan y como podrían tratarse las enfermedades físicas y el sufrimiento anímico:

 a- La gran intensidad con la cual la psique, palabra griega que en castellano significa alma, lo psíquico, influye sobre el cuerpo.
 b- La importancia de la palabra y el poder “mágico” que esta tiene sobre el ser humano.

Sobre el primer punto, como influye el alma sobre el cuerpo, podemos decir que en la vida cotidiana percibimos constantemente esta interacción, por ejemplo en cómo nos sentimos físicamente distintos si estamos tristes, enojados o felices. La risa o el llanto disparan reacciones diferentes en todos los sistemas corporales. Se modifica la expresión facial, el estado de tensión o relajación de los músculos voluntarios o involuntarios, la humedad o sequedad de la boca o los ojos, la respiración. Es sabido desde hace mucho (Freud lo decía ya en el año 1905) que el estado de tristeza permanente, de tipo depresivo, tiene efecto inmunosupresor y, al revés, los períodos de alegría y optimismo elevan los niveles de resistencia del sistema inmunológico.
Más aún, las expectativas optimistas o pesimistas respecto a la curación, la confianza en el médico tratante y el deseo de curación o por el contrario el deseo de abandono de la vida, influyen significativamente en el efecto de la medicación y de los tratamientos médicos. Respecto de la importancia de la palabra en la vida humana podemos agregar que muchos de los pacientes que le llegaron a Freud  habían sido tratados de simuladores o mentirosos por no responder a los tratamientos habituales de la época  Por ejemplo había mujeres que no podían mover el brazo y Freud se dio cuenta, gracias al trabajo analítico que allí mismo estaba creando, que lo afectado era la “idea” del  brazo que estas pacientes tenían, y que a su vez esta palabra (brazo) se conectaba inconscientemente a algún suceso o deseo que era insoportable para la conciencia de esa persona.
A partir de allí comenzó a elaborar las bases para entender el mecanismo en juego en el funcionamiento psíquico y a elaborar un método que permite procesar:
- experiencias traumáticas, - montos de angustia intolerables, - enfermedades físicas a repetición sin causas orgánicas que lo justifiquen, - miedos paralizantes, - ansiedad, - insatisfacción sin poder decir cuál es su causa, - frustración por no poder realizar lo que se desea aunque se conozca cuales son los pasos que se deberían seguir, - enojos permanentes y crítica intensa hacia los demás o hacia uno mismo, - imposibilidad de aceptar el fin de una relación afectiva  o de comenzar una nueva relación,  y muchos otros modos en que se expresa el malestar.
Lejos de ser para “los locos”, aunque estos también se benefician,  la terapia psicológica/psicoanalítica permite abrirse a pensar y sentir sobre las dificultades cotidianas que todos tenemos y nos impiden, simplemente, vivir más felices.

Lic. Héctor Frattini (psicólogo – psicoanalista) M.P. N° 19849 - Tel : 4374-3863
hectorfrattini@yahoo.com.ar

Cuento

El baile de las sombras
Por: Gustavo Roldán


—Quiero pelear, dragón —dijo la dragona.
El dragón no contestó nada. Simplemente voló, convertido en mariposa.
—Las golondrinas pueden comer una mariposa —dijo la dragona, y voló convertida en una golondrina.
Golondrina y mariposa subieron y subieron, y cuando la golondrina ya casi mordía el ala de la mariposa, la mariposa se convirtió en halcón.
—Los halcones pueden comerse a una golondrina —dijo el dragón.
—Las golondrinas vuelan más rápido —dijo la golondrina haciendo un giro en el aire y colocándose encima del halcón para picotearle la cabeza.
El halcón se lanzó en una violentísima caída y se metió entre las ramas de un árbol.
La golondrina bajó hasta el árbol, pero allí no había ningún halcón.
—Te escondiste, dragón —dijo la golondrina—. Igual te voy a encontrar.
La dragona miró rama por rama, buscando alguna oruga que pudiese ser el dragón. Miró rama por rama, y no se dio cuenta de que una rama se movía y se acercaba lentamente hacia ella. Cuando vio a la serpiente abriendo su enorme boca ya era tarde para escapar.
Y la serpiente mordió, pero mordió la cáscara de una tortuga. La tortuga se convirtió en ratón y saltó al suelo. La serpiente se convirtió en un águila que voló hacia el ratón, pero cuando llegó al suelo casi choca con un jabalí de inmensos colmillos.
Un jabalí es demasiado para un águila, no para el puma que rugió mientras saltaba.
El salto del puma terminó en el aire vacío. Allí no había nada. Nada más que una hormiga que se metía rápidamente en un profundo agujerito del tamaño de una hormiga.
—Para una hormiga, nada mejor que un oso hormiguero —dijo el puma que ya no era puma sino oso hormiguero, mientras metía su larguísima lengua buscando a la hormiga.
Y la encontró, y la hormiga salió pegada en la lengua del oso hormiguero.
—Me ganaste, dragón —dijo la hormiga convirtiéndose otra vez en dragona—, y ahora me puedo comer a un oso hormiguero que debe ser muy sabroso.
Pero el dragón otra vez era dragón.
—Bueno, basta —dijo el dragón—. Me cansé de pelear.
—Fue divertido —dijo la dragona—. Te viste en apuros más de una vez.
—Bah, lo hice para dejarte contenta, pura amabilidad de mi parte.
—¿Sí? —dijo la dragona—. Lo que pasa es que no te gusta perder.
—Dragona, me estás provocando. No me queda más remedio que invitarte al baile de las sombras.
—Eso me gusta más. Bailemos, dragón, bailemos el baile de las sombras.
Y los dos dragones se elevaron mirando sus sombras. Las sombras eran enormes y llenaban de oscuridad la tierra. Subieron y subieron, hasta que sus sombras en el suelo se veían apenas del tamaño de las sombras de una paloma.
Entonces giraron en el aire y las sombras giraron en la tierra, moviéndose muy lentamente. Y se juntaron los dragones en el aire y se juntaron las sombras en la tierra. Y juntaron las cabezas y en la tierra apareció la sombra de una mariposa. Y juntaron ala con ala, cola con cola, un ala sobre otra ala, y en la tierra fueron apareciendo diferentes figuras de animales conocidos y de animales desconocidos. Y bailaron el baile de las sombras hasta que el sol dejó de alumbrar desde arriba, porque el baile de las sombras sólo se puede bailar cuando el sol está en lo más alto del cielo.
Cuando bajaron, todo el campo estaba cubierto de flores. Tal vez porque el baile de una pareja de dragones, necesariamente, tiene que hacer que todo el mundo se llene de flores.

Poesía porque sí

UNO (fragmento)

Cómo hablarles de ella y de la esponja rosada que le bailaba en la boca, de la tumba de manzanas que guardaba en el armario de su pecho. De un solo manotazo me azotó el demonio de la lujuria para esta y otras vidas, para este y otros horizontes. Yo detrás de ella, cruzando el umbral, reventando las burbujas que nos estorbaban el paso, cerrando la puerta, resguardándola con leones, evitando que las estrellas y sus melodramas naveguen por las cicatrices de nuestro río. Los dos en un túnel de espuma, rezando a los dioses de cuatro patas, a los paisajes que luego quedaron cortos, rezando con movimientos tibios, abrigándolos en las chimeneas de nuestros pechos. Ella y yo, yo y la vía láctea deslizándonos en su cintura, en el extremo opuesto de su risa, en el lado derecho de sus peces de colores. Mi monte nublado, mis líneas de la mano mudas, arrimándome a la culpa por seguir lamiendo su sombra, la ola que se regaba desde sus axilas tiernas…

Walter Jimbo

Brújula de polvo

cuando tenga un hijo/ habrá un sol ocultándose de mi ventana/ y quizás porque ya no seré/ la única sangre derramada por el mundo/ cada día se alternarán/ la dicha y la agonía/ qué podré decirle a mi hijo/ sobre la guillotina del tiempo/ la miel silvestre de las caricias/ o los verdugos que acechan nuestras espaldas/ tendré que dejarle caer/ sobre una almohada de agujas/ o sobre un abismo de pétalos/ será otro jinete embistiendo la noche/ y no tendrá más alternativa/ que deambular con su brújula de polvo

Marcelo Villa Navarrete

el hombre desgarra
con sus dientes de acequia el aire del caos
camina la espalda del ángel
y con su voz de silencio

llora sobre un dios acorralado

Alba Estrella Gutiérrez



Domingo en Montserrat

Vivo en una casa revestida de sol,
encrucijada de prolijidad antigua
y deshilachada adolescencia.
Libros, cuadros, pretéritas molduras,
coordenadas de tiempo y de madera.

El barrio que habito es árido,
sus  angostas veredas verticales
estrechan toda idea de horizonte.
Sólo la voluptuosidad de algunas cúpulas
redimen su rectilínea tristeza.

Dos o tres viejos campanarios
dialogan   el silencio del domingo.
Casi en puntas de pie salgo a la calle,
como huyendo con un secreto amante.
Con mi barrio callado, interior y mío.

Al  conquistar la primera esquina
me abandono al zigzagueo,
y en irreversible ceremonia
 me concedo el tiempo de caminar sin rumbo,
lejana y abierta.

Antes de la noche estaré de vuelta.

María Elena Mittelman


hay un niño perdido
no sabe de guerra
el hambre lo apuñala
por su espalda indefensa
con los ojos abiertos
hilvanados de asombro
muere todos los días
muere en todos los muertos
en cartones de sueños
una cruz invertida

es un dios indefenso
un grito en la noche
lo descalza de miedos
en un andén vacío
le trafican el nombre
travestido de ausencia
hay un niño perdido
y buenos aires

llora

Alba Estrella Gutiérrez

sábado, 30 de julio de 2011

Monserrat Cultural Nº 43

Imagen de Tapa:"Antena" de Lora Delena

Editorial

Diversión, el arma silenciosa.
El arma del silencio es un tipo de arma biológica. Ataca la vitalidad, la capacidad intelectual y la movilidad de los individuos de una sociedad, mediante la manipulación y la desintegración del  entramado social,. Este tipo de arma es utilizada por la mayoría de las naciones en lo que se conoce como “guerras de baja intensidad”.
La experiencia ha mostrado que el método más simple para volver eficaz una arma silenciosa es ganar el control, manteniendo a las personas ignorantes de los principios básicos del poder. Esto se logra generando confusión y desorganización en la población, distrayéndola con temas sin importancia real. Así es como se manipulan los pensamientos, desplazando las necesidades personales hacia prioridades fabricadas (la moda y la tecnología contribuyen especialmente a ello).
Esto evita el interés, el posible descubrimiento de las armas silenciosas y del fomento del automatismo social como herramienta de control mundial.

¿Cómo se aplica el arma silenciosa?
-Desarrollo del egocentrismo, el individualismo, el “no te metás”(inducidos todo el tiempo mediante los medios masivos de comunicación), asociados a la idea de bienestar.
-Bombardeo constante de escenas de violencia, guerra y sexo por parte de los mismos medios. (El miedo paraliza a las personas y no les permite pensar claramente, y el deseo las desvía de la búsqueda de valores dignificantes).
-Oferta excesiva de lo que la mayoría desea: "comida chatarra" para la mente y el espíritu, con lo que se reemplazan las necesidades por deseos. (Sucede con las drogas de bajo costo como el paco: mantiene pasiva a una gran masa de gente que podría cambiar el curso de la historia -sobre todo la personal- si descubriera su poder, y de paso los destruye a muy bajo costo).

La regla general de este tipo de arma es que siempre hay ganancia en la confusión: a mayor desentendimiento de las personas sobre el poder político, mayor provecho para los que controlan el sistema de poder. Así, la mejor estrategia es crear problemas, para luego ofrecer aparentes soluciones. (Un claro ejemplo a nivel mundial fue la “pandemia de gripe porcina”).
Por suerte, el botón de apagado de cada pantalla permanece aún en cada hogar. La decisión de someterse a este sistema o de cambiarlo aún está en nosotros.

El editor

Poesía porque sí

Acostados en un sillón debajo de la autopista,
no hacen más que preguntarse
para que vinieron a este mundo
y leen algun diario,
alguna historieta,
o un libro robado, o encontrado.
Los ariscos pasan en colectivo
escuchando música
creyendo formular neuronalmente
alguna que otra teoría
de la justicia, y el merecimiento
que tienen de tener casa, o dormir en la calle.
Algún dia van a escapar todos
del gran laberinto entretejido
por los medios y la costumbre.
Cuando no queden más veranos donde esconderse,
ni inviernos donde llorar,
las manos serán tan intangibles
como el concepto de libertad.
Eso será la libertad.


La verdad de la manzana

La manzana despertaba.
Quiza no fue buena idea comerla, pero despertaba.
Por eso crece en los árboles.
Por eso se cae cuando madura.
Por eso el hombre sentado la ve caer.
Por eso la patea.
Por eso la imita.
Porque el hombre es la manzana,
y de a poco cae,
madura,
y se descubre.
Ignacio Escobio
   
nachoescobio@hotmail.com
http://eserinconapartado.blogspot.com/

EL TIEMPO

Por: María Elena Mittelman

Estoy enojada con el tiempo, siento que me está estafando.

Yo sé que la vivencia del transcurso del tiempo es subjetiva e intransferible, y que no existen parámetros para medirla. Pero mal que bien, cuando se habla de un año, de una vuelta alrededor del sol, de un regreso al punto de partida del horóscopo, de haber pasado por otros dos solsticios y equinoccios, uno se hace a la idea de un lapso razonablemente largo, que no puede abarcarse como si fuera un instante.

Un año es un tiempo que incluye muchos días y noches, encuentros, olvidos, libros, melodías, lluvias, riesgos, sueños e insomnios, aromas, dolores, uñas rotas, miradas ensimismadas, olor a café por las mañanas, un timbre imprevisto, palabras sedientas de palabras, desesperaciones por esperar y por no esperar, voces que llegan y voces que no llegan, agua fresca y el calor del fuego, alguna risa incontenible, alguna lágrima, una orquídea nostálgica, una casi infinita gama de silencios, en fin....

Pero no sé qué fenómeno macabro lleva a que todo eso se triture, se deshaga, se compacte, se pulverice, y quede reducido a algo casi imperceptible, apenas una vaga e inestable creencia....Aquí es nuevamente primavera, y mi primavera anterior comenzó ayer, o como mucho la semana pasada, y tengo la certeza de que el ramillete de jazmines que he comprado hoy, estará aun blanco y fresco cuando comience la primavera próxima.

Sucede como en los cuentos para niños, nos ilusionan con magos, duendes, hechizos, y también nos vendieron el cuento de que el tiempo transcurre prolija y mansamente a nuestro lado, y es mentira..., corre salvaje, mucho más adelante, se va , se escapa, se pierde de vista...., y de pronto ya dio toda otra vuelta, y nos sorprende apareciéndose de pronto por la espalda, haciéndonos una morisqueta, poniéndose por un instante a la par de nosotros, y así....., cada vez mas rápido, gira y gira vertiginosamente en derredor ......

Me estafaron, me dijeron que la vida es larga.

También sé que no es cuestión de tanta queja, que a veces te roban porque te dejás robar, te olvidan porque no hacés nada para que germine el recuerdo. Y entonces me pregunto qué hice, o qué no hice, para que el tiempo me estafe con tanta impunidad.. Y también me pregunto qué sistema antirrobo, qué ingeniosa alarma podría instalar en mi cerebro, en mi sangre, en mis insomnios, para agarrarlo al ladrón con las manos en la masa, y encerrarlo, e impedirle que siga mareándome con sus aceleradas vueltas.Qué bueno sería condenarlo, obligarlo a que de ahora en más respete mi ritmo, me acompañe, sea mi amigo, camine serenamente junto a mí.

Aunque sospecho que no existe el juez que dicte esa condena. No es que quiera lavarme las manos, y echar culpas , pero me parece escuchar una risita burlona que proviene del rincón de los jazmines, y me parece ver cómo las agujas del viejo reloj a cuerda apenas disimulan sus provocativas piruetas, y la conocida foto familiar en blanco y negro se vuelve monstruosa, demasiadas caras inquietantemente parecidas a la mía y sin embargo ajenas, y yo misma cristalizada en mi sonrisa un poco boba a los 6 años, todos iguales, los vivos y los muertos, todo se abalanza y destruye cualquier utópico pensamiento mío de soborno, de penitencia, de perdón…

Recién era todo tan nítido y diferenciado..., y de pronto los jazmines blancos, el reloj verde, los grises de la foto que nunca llegan a ser del todo negros o del todo blancos (hasta eso del blanco y negro es mentira), terminan siendo una única masa absurda, cada vez más homogénea e informe, licuándose, derramándose, inundando en mí cualquier resquicio de esperanza o de memoria.

lunes, 27 de junio de 2011

Monserrat Cultural Nº 42

Imagen de Tapa: “Frágil” de Soledad Mansilla.
http://coordenadasimperfectas.blogspot.com/

Editorial

Las experiencias generan más felicidad que comprar cosas.
Ya todos sabemos que el consumo desmedido produce derroche de energía y más basura en un planeta al borde del colapso. En su lugar, se propone la elección de experiencias sobre cosas: en vez de regalar un nuevo televisor, por qué no invitar a una cena o a un fin de semana de relax.
Estudios diversos respaldan estas premisas, comprobando que las experiencias pueden dar más felicidad que las cosas. Cuando compramos algo material, nos angustia pensar en qué otra cosa podríamos haber comprado, mientras que con una cena o un masaje el disfrute no es interrumpido por pensamientos o acciones basados en cálculos. Con las experiencias, sea compartiendo un asado con amigos, una salida al teatro o simplemente un paseo por el parque  nuestro cuerpo y mente se relajan y pueden recurrir a esa experiencia en el recuerdo, recuperando la sensación. En el caso de la compra de objetos, la sensación gratificante dura mucho menos en comparación con la experiencia compartida, y casi nadie relaciona el recuerdo de una compra como un hecho al que recurre en momentos difíciles.
Los estudios concluyen con algo que muchos saben, pero pocos llegan a comprender o vivirlo realmente. La idea se podría resumir en una frase del Indio Solari: “vivir, solo cuesta vida”.
Entonces, la próxima vez que te sientas ansioso, en vez de ir al kiosko a comprar una golosina o cigarrillos, probá dar una vuelta por un parque o una plaza, o poné un disco de la música que te guste y tomate el tiempo para escucharlo tranquilo. Quizá ese momento baste para entender que a veces es mejor dejar un vacío dentro nuestro para que nuevas experiencias y emociones nos sorprendan gratamente.

"No es fácil ser un hombre libre, huir de la peste, organizar encuentros, aumentar la capacidad de actuación, afectarse de alegría, multiplicar los afectos que expresan o desarrollan un máximo de afirmación. Convertir el cuerpo en una fuerza que no se reduzca al organismo, convertir el pensamiento en una fuerza que no se reduzca a la conciencia..."
G.Delleuze
“La tristeza, los afectos tristes (…) disminuyen nuestra potencia de obrar. Y los poderes establecidos necesitan de ellos para convertirnos en esclavos"
G.Delleuze

El editor

Poesía porque sí

1/5

si estuviera en los setenta
hoy estaría seguramente
con una bandera, caminando, gritando
haciendo sonar algún estruendo pero
estoy acá: desde la ventana empañada veo
pasar a muchos hombres y algunas mujeres
van con gorras, remeras que representan
distintas maneras de entender la política
imperceptible me siento para casi todos pero
alguno me saluda, sobre todo me miran los niños y yo
me pongo los auriculares, necesito
algo de música que levanteme el ánimo


Ø
acomoda el cartón y se acuesta
lentamente porque tiene que agacharse hasta el piso
con la panza que le cae como una bolsa de boxeadora
mientras él sigue pitando algo que no se distingue
muy bien desde el colectivo
se tapan con una manta blanca, se cubren hasta la cabeza
desde mis anteojos todo se ve en sepia
pero llego a distinguir a una chica barriendo
la mugre de la vereda con una rama gigante
porque quiere que su puesto luzca
lo más parecido a uno de la feria de enfrente
y vender todos los ramitos de olivo
a los que salen a las 11 de la iglesia y
sigue la tradición de colocarlo
en el crucifijo plateado que está
sobre la cabecera de la cama

Victoria Sastre (Buenos Aires, 1982)
mvsastre@hotmail.com

Cuento

RAMONITA
Por: María Elena Mittelman

El cuerpo diminuto, arrugadísimo, casi inexistente de Ramonita, se me impuso con su realidad increíble. En el crepúsculo denso, sus ojos transparentes y lúcidos se abrieron como un refugio y albergaron mi asombro.
Me habías hablado muchas veces de ella, nombrándola con cariñosa intimidad como tu "noviecita de La Boca", y junto a la ráfaga olorosa de Riachuelo pobre y soñador, tu historia me llegaba en tonalidades de simpatía candorosa e inocente.
Nuestro propósito, al ir a visitar a Ramonita , tenía que ver con trasnochadas charlas que veníamos sosteniendo desde hacía largo tiempo sobre el hombre, la fe y el pecado. Pero entrampados en nuestros códigos de tantos años de aulas y de libros, el tema terminaba por languidecer entre palabras vacías y conclusiones inútiles.
Hacía falta un lenguaje más encarnado y primitivo, y mientras nos dirigíamos desde nuestras pequeñoburguesas calles habituales al áspero caos del puerto, yo ensayaba para mis adentros, con cierto nerviosismo, el próximo encuentro con ese personaje legendario que tus frecuentes menciones habían agigantado en mi fantasía.
Pero al verla, al dejarme envolver por su presencia vigorosa, comprendí que eso del "noviazgo" encerraba una profunda ironía. Comprendí que, lejos de ser una metáfora, Ramonita estaba implantada en tu mundo con una fuerza apasionada y vital, capaz de conmoverte y angustiarte como sólo el amor puede hacerlo, una fuerza totalmente ajena a la inocencia y al candor.
Fue después de atravesar barrios cada vez más pintorescos y humildes, de subir y bajar escalones obstinadamente erigidos contra los embates de las sudestadas, de orientarnos por la creciente proximidad del río más que por los escasos carteles deteriorados, que llegamos. Y allí estábamos, en ese mítico rincón de chapas y cortinas multicolores, síntesis de vidas esforzadas y humildes y de pintores bohemios, buscando la prometida y prometedora respuesta.
Golpeaste discretamente la puerta casi virtual de la pieza, dolorosamente miserable. Y luego de un largo minuto, la figura insólita de Ramonita emergió de la sombra como de la irrealidad de un sueño.
Se disculpó por su tardanza, diciéndonos que había estado hincada allí adentro, rogando por el bien del mundo. Y esa afirmación, que quizás en otro contexto y en otros labios me hubieran provocado sospecha o incredulidad, se instaló en mí con la misma naturalidad con que Ramonita nos miraba desde su transparencia, recortada contra el verdor de sus plantas hermosísimas.
Sacó tres sillas al patio crepuscular, extensión común de varias otras piezas-hogares, piezas-talleres, piezas-aguantaderos, piezas administradas por un dueño surreal, cotidiano e inaccesible a la vez. Dueño no solamente del espacio, sino también del tiempo, de las horas de jornadas duras, de las noches de insomnio, de los meses siempre demasiado largos, dueño de los incontables años de desposesión.
Pero con Ramonita era diferente. Ella había violado el dolor y la leyenda. Gracias a la ayuda de sus hermanos de fe, Ramonita se sabía dueña absoluta de las tres chapas del techo, y esa propiedad delirante la hacía trascender la estrechez del jornal, del lugar y de los días y erigirse en su pieza-hogar, pieza-patria y pieza-templo, con la serenidad del arraigo legítimo.
Mientras evoco todas estas imágenes, sujetas necesariamente al tiempo cronológico en el que se extienden las palabras, me sorprende la lentitud engañosa con que se impregna todo. Porque lo vivido, lo real, la presencia de Ramonita , sus plantas hermosísimas, su oración, sus ojos transparentes y su pieza con sus tres chapas inexpugnables, Ramonita y sus tres sillas en el patio crepuscular.... fueron una ráfaga instantánea que desbarató nuestra premeditada y ahora absurda idea de hablar del pecado.
El pecado y la fe, como temas de conversación explícita con Ramonita, hubiera sido algo tan fuera de lugar, tan obsceno, como preguntarle a un niño sobre la infancia o a un moribundo sobre la muerte.
Mientras su voz sencilla nos encantaba con anécdotas menudas y domésticas, yo fui poco a poco, como en una cirugía fantástica, estirando la piel gastada, modelando la turgencia de formas perdidas, recreando sobre su expresión vivaz la frescura esbelta de los pómulos, inyectándole en las venas el rumor olvidado de la sangre nueva. Y la ví, pujante y sensual, dueña de todos los secretos primarios, maestra innata y rotunda de la vida.
Ramonita, desde su raza remota, desde sus manos laboriosas, rescataba el carácter sagrado e irrenunciable de todo lo creado, mostrándonos su cuerpo disfrutado y sus ojos llenos como estandartes orgullosos de novia atemporal.
En el otro tiempo, en el otro cielo, el crepúsculo daba los últimos toques a su tela de luces y sombras contrastantes.
Supimos que era hora de irnos. Supimos que Ramonita, después de saciarnos con su sabiduría perturbadora y primordial, necesitaba volver a la intimidad de su pieza hogar-patria-templo, para seguir cosiendo su larguísimo vestido de novia y orando por el bien del mundo.