martes, 29 de noviembre de 2011

Monserrat Cultural Nº 47

Imagen de Tapa: “Mandala”, de Feanne.

Editorial

En el contexto en el vivimos la ansiedad y el consumo están íntimamente relacionados: muchas veces se puede sentir un malestar sin saber bien cuál es su causa.
La ansiedad imprime un carácter de apremio y forma parte del abanico de respuestas ante el acontecer de la vida humana, por lo que anida en cada persona. Como agente promotor de avances, permite alcanzar logros difíciles, pero también exige la satisfacción inmediata. Cuando la inmediatez no es posible, puede actuar como agente generador de huida y dispersión.
Como signo de malestar, la ansiedad describe un movimiento continuo, como el de las partículas de polvo agitándose bajo un haz de luz. Ese tipo de movimiento sin finalidad no quiere decir que esté exento de razones, ya que a nivel operativo es un modo de eludir el peligro que la persona siente. Pero, al mismo tiempo, ese movimiento, igual que el de las partículas de polvo, puede llevar eventualmente al mismo lugar después de haber recorrido un largo e infructuoso camino.
A lo largo de la historia de la humanidad, hemos sido capaces de sobrevivir al hambre, las enfermedades o los desastres gracias a nuestro instinto de desear y buscar siempre más cosas. Nuestra mente está programada para temer la escasez y consumir lo que podamos. Sin embargo, hoy, gracias a la tecnología, tenemos todo lo necesario para vivir cómodamente, e incluso más de lo que podemos llegar a disfrutar o utilizar. Pero esto no detiene nuestro deseo innato de ir a por más. Todo lo contrario, nos vuelve adictos al trabajo, nos ahoga en un mar de información, nos hace atiborrarnos de más comida y nos embarca en una constante, y frustrante, búsqueda de más ‘felicidad. Lo primero que hay que hacer es averiguar el grado de satisfacción que nos producen las cosas, para distinguir una ilusión pasajera de la verdadera satisfacción. Con esta fórmula cada uno puede detectar los valores que le proporcionan bienestar y descubrir de qué puede prescindir, y así alcanzar paso a paso un nuevo equilibrio vital más satisfactorio.
Una de las obviedades que nuestra vida acelerada nos ha hecho olvidar es que cambiamos dinero por tiempo, la única divisa que no se puede reponer. Entregar horas, días y años de nuestra vida a algo que no nos gusta para pagar créditos debería hacernos reflexionar. Incluso hay personas sin deudas que trabajan tanto que no tienen tiempo de gastar lo que ganan.
¿Por qué casi nadie invierte en tener tiempo? Teniendo en cuenta que las mejores cosas de la vida son gratis –la amistad, el amor, la contemplación de la naturaleza…–, deberíamos prestar atención a nuestra escala de prioridades para colocar cada cosa en su sitio, y así, con tranquilidad y confianza, recuperar la alegría de lo cotidiano y alcanzar la felicidad que a veces parece inalcanzable.


El editor

El Arte de no Enfermarse


Terapia Floral del Dr. Edward Bach




Quien no habla de sus sentimientos, emociones y sentimientos  escondidos, reprimidos llega a enfermarse de gastritis, úlcera, dolores lumbares, dolor en la columna y con el tiempo, la represión de los sentimientos llevarnos a enfermedades crónicas o incurables . Es necesario sincerar, confidenciar, compartir nuestra intimidad, nuestros “secretos”, nuestros errores. El diálogo, el hablar, la palabra, es un poderoso remedio.
Quien no toma decisiones, permanece en la duda, acumula problemas, preocupaciones, frustraciones.  Para decidir es preciso saber renunciar, saber perder algunas cosas para ganar otras. Las personas indecisas son víctimas de dolencias nerviosas, gástricas y de la piel.
Quien no busca soluciones, se mantiene en la  negatividad no solo no consigue soluciones sino que aumentan sus problemas. Prefiere la lamentación, la murmuración, el pesimismo. Somos lo que pensamos. El pensamiento negativo genera energía negativa que se transforma en enfermedad.
Quien vive de apariencias, quien esconde la realidad, finge, vive en un “como si…”, quiere siempre dar la impresión de estar bien, quiere mostrarse siempre tranquilo,  perfecto, alegre, está acumulando un gran peso sobre sí, lo que lleva a la rigidez, las contracturas, los dolores.
Es necesario aceptarnos. El rechazo de sí mismo, la ausencia de autoestima, hace que nos volvamos ajenos de nosotros mismos. Ser uno mismo es el núcleo de una vida saludable. Quienes no se aceptan a sí mismos, son envidiosos, celosos, imitadores, competitivos, destructivos. Aceptarse, aceptar ser aceptado, aceptar  las críticas, es sabiduría.
Es necesario confiar. Quien no confía, no se comunica, no se abre, no se relaciona, no crea relaciones estables y profundas, no sabe hacer amistades verdaderas. Sin confianza, no hay vínculo. La desconfianza es falta de fe en sí, en los otros y en Dios.
No vivir en la tristeza.  El bueno humor, la risa, el reposo, la alegría, recuperan la salud,  permiten una buena calidad de vida. La persona alegre tiene el don de alegrar el ambiente donde vive. La alegría es salud.
El Dr. Edward Bach dice que el origen de la enfermedad está en el conflicto que se genera entre el alma y la personalidad. Y en ese conflicto aparecen nuestras emociones negativas primer síntoma, que de no ser tenido en cuenta, es la puerta para la enfermedad física.
Es por eso que el Dr. Bach trabajó para encontrar sus esencias florales que trabajan sobre el cuerpo emocional las que a través de un proceso terapéutico ayudan a las personas a transformar sus emociones negativas en positivas: alegría, amor, compasión, confianza, coraje, decisión, amor a sí mismo, etc.
Los remedios florales tienen la cualidad de elevar nuestras vibraciones energéticas y abrirnos a la recepción del yo espiritual; de esta manera la Naturaleza, con su virtud particular, nos libera de lo que es la causa de la enfermedad. No hay verdadera curación si no hay cambio de perspectiva, paz espiritual y felicidad interior.
Los remedios florales ejercen una influencia notable sobre la personalidad y ayudan al bienestar  general independientemente de la estructura caracterológica del individuo, pues serán eficaces aún cuando la persona no crea en su acción benéfica e independientemente del nivel de evolución de su conciencia, y su efecto puede ser aumentado sensiblemente mediante el trabajo conciente, lo que implica un trabajo terapéutico en el que la persona comprenda el proceso que lo ha llevado a su enfermedad y acompañe el proceso de su sanación.




Lic. Alicia Mabel Alfuso
en Terapia Floral Dr. E. Bach M.I. 0276-008
Psicóloga Social - Astróloga Humanística
Reiki Master
4308-4215 15-5835-3744
www.mirada-terapeutica.com.ar
aliciamabelalfuso@gmail.com
http://mirada-terapeutica.blogspot.com/

Poesía porque sí

Noche lobo

la noche lobo
me estalló en la cara
ahora
no sé quién soy

saciar
el alma
lo estrellado en el sueño
llevar olfato entre la maleza
los dientes firmes
la saliva incandescente


Fedra Spinelli en Digo Bosque y otros poemas

___________


¿Quién seré mañana?
luego de mirar la ciudad sonámbula
arrepintiéndose de ser tan bella con los poetas.

¿Quién?
cuando las manos se tornen vacías
y no haya rastro de luz entre los dedos,
y las calles me hagan temblar con sus ruidos y su gente,
cuando me quieran poco por haber herido
y se hayan salvado mis amigos del naufragio
en una hora difícil sin colores ni rosas.

¿Quién podrá descifrarme en silencio
la melodía de las estrellas?
mañana cuando tantas muertes me hayan golpeado,
y tenga miedo de todo, inclusive de mí.

Carlos Luis Ortiz

Microrelatos

"-Las cosas que vemos -dijo Pistorius con voz apagada- son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos vive tan irrealmente; porque cree que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, desde luego. Pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría. Sinclair, el camino de la mayoría es fácil, el nuestro difícil. Caminemos."

Demian - Hermann Hesse

"La torre de babel nos dice a nosotros, arquitectos, que construimos con el significado y a través del significado, con palabras y a través de las palabras. La confusión no es tanto un obstáculo que aparece al final, sino la materia misma con la que construimos nuestras torres. Los mitos nos ayudan sólo cuando podemos invertirlos. Todos somos como Prometeo, castigados; debemos encontrar entonces aquel acto heroico que justifique el castigo. Todos recibimos la confusión de lenguas (y no son las lenguas extranjeras las que nos atormentan, sino que nuestra propia lengua natal nos esconde las palabras apropiadas para decir lo que somos o lo que queremos). Debemos entonces aceptar la confusión y partir desde el final del mito para ir hacia el principio, hasta encontrar la ambición extrema que haga justa la condena".

“La sexta lámpara”, Pablo De Santis, Cap. XXX

¿Quiénes son los pobres?

Sin olvidar el drama de millones de personas que sufren escasez de agua, alimentos y medicinas, la mayoría de la gente tiende a utilizar un baremo consumista para medir la pobreza. Desde nuestro punto de vista, el campesino de Bután que vive de sus cultivos y del trueque sería considerado pobre de solemnidad, por mucho que su país exhiba un elevado índice de Felicidad Interior Bruta.
Sobre el concepto de pobreza, hay una lúcida fábula de autor desconocido. Cuenta que el padre de una familia muy rica llevó a su hijo de viaje a una comunidad indígena con el expreso propósito de mostrarle cómo viven los pobres. Estuvieron un par de días y noches alojados en la granja de lo que se podría considerar una familia muy pobre. A la vuelta del viaje, el padre preguntó a su hijo qué le había parecido la experiencia y si se había dado cuenta de cómo vivían los pobres para valorar más lo que tenía en casa.
El niño respondió que le había encantado el viaje y que ahora ya sabía cómo vivían los pobres. Cuando el padre le pidió que especificara lo que había aprendido, el pequeño enumeró así lo que había visto:
“Nosotros tenemos un perro y ellos tienen varios.
Nosotros tenemos una piscina que ocupa la mitad del jardín y ellos tienen un arroyo que no tiene fin.
Nosotros hemos puesto faroles en nuestro jardín y ellos tienen las estrellas por la noche.
Nuestro patio es tan grande como el jardín y ellos tienen el horizonte entero.
Nosotros tenemos un pequeño trozo de tierra para vivir y ellos tienen campos que llegan hasta donde nuestra vista no alcanza.
Nosotros tenemos criados que nos ayudan, pero ellos se ayudan entre sí.
Nosotros compramos nuestra comida, pero ellos cultivan la suya.
Nosotros tenemos muros alrededor de nuestra casa para protegernos, ellos tienen amigos que los protegen.”
El padre del niño quedó boquiabierto. Finalmente, su hijo añadió:
“Gracias, papá, por enseñarme lo pobres que somos.”