martes, 27 de julio de 2010

Monserrat Cultural N° 33



Imagen de tapa: Tom Waits, de Lora Height

Editorial

En el nombre de la Libertad. Por eso desde Monserrat Cultural celebramos y brindamos por el matrimonio igualitario. Porque la felicidad de cada persona tendría que ser así: sin iglesias ni estados de por medio que la regule. Todos tenemos el derecho de ser felices. Sin libertad y sin felicidad este camino que es la vida no tiene sentido.

El editor

Quienes son capaces de renunciar a la libertad esencial a cambio de una pequeña seguridad transitoria, no son merecedores ni de la libertad ni de la seguridad.
Benjamin Franklin

La libertad no consiste en tener un buen amo, sino en no tenerlo.
Cicerón

No se nos otorgará la libertad externa más que en la medida exacta en que hayamos sabido, en un momento determinado, desarrollar nuestra libertad interna.
Mahatma Gandhi

La libertad es como la mañana. Hay quienes esperan dormidos a que llegue, pero hay quienes desvelan y caminan la noche para alcanzarla.
Subcomandante Marcos

Yo soy libre solamente en la medida en que reconozco la humanidad y respeto la libertad de todos los hombres que me rodean.
Mijail Bakunin

Nadie puede ser perfectamente libre hasta que todos lo sean.
San Agustín

Ninguna fuerza doma, ningún tiempo consume, ningún mérito iguala, el nombre de la libertad.
Nicolás Maquiavelo

¿Se puede permitir el matrimonio entre católicos?

(Publicado en el suplemento Radar de Página/12)

Estoy completamente a favor del permitir el matrimonio entre católicos. Me parece una injusticia y un error tratar de impedírselo. El catolicismo no es una enfermedad. Los católicos, pese a que a muchos no les gusten o les parezcan extraños, son personas normales y deben poseer los mismos derechos que los demás, como si fueran, por ejemplo, informáticos u homosexuales. Soy consciente de que muchos comportamientos y rasgos de carácter de las personas católicas, como su actitud casi enfermiza hacia el sexo, o la defensa a ultranza de sus ministros pederastas o de sus arzobispos perseguidos por delitos económicos, pueden parecernos extraños a los demás. Sé que incluso, a veces, podrían esgrimirse argumentos de salubridad pública, como su peligroso y deliberado rechazo a los preservativos. Sé también que muchas de sus costumbres, como la exhibición pública de imágenes de torturados, o las insinuaciones de zoofilia entre una mujer y un palomo, puedan incomodar a algunos. E incluso el que no hayan condenado su pasado bañado en la sangre de víctimas a las que llamaban, según la época, infieles, herejes, rojos o liberales; o espolvoreado con las cenizas de científicos, curanderas (brujas) o simples enfermos mentales. Pero todo eso no es razón suficiente para impedirles el ejercicio del matrimonio. Algunos podrían argumentar que un matrimonio entre católicos no es un matrimonio real, porque para ellos es un ritual y un precepto religioso ante su dios, en lugar de una unión entre dos personas. También, dado que los hijos fuera del matrimonio están gravemente condenados por la iglesia, algunos podrían considerar que permitir que los católicos se casen incrementará el número de matrimonios por “el qué dirán” o por la simple búsqueda de sexo (prohibido por su religión fuera del matrimonio), incrementando con ello la violencia en el hogar y las familias desestructuradas. Pero hay que recordar que esto no es algo que ocurra sólo en las familias católicas y que, dado que no podemos meternos en la cabeza de los demás, no debemos juzgar sus motivaciones. Tampoco debemos juzgarlos si creen que la mujer es inferior al hombre, e indigna, por ejemplo, de ejercer el magisterio dentro de su secta o iglesia. Y aunque eso violente un principio básico de cualquier constitución civilizada, no por ello debemos ser con ellos tan estrictos como ellos intentan ser con los demás. Por otro lado, el decir que eso no es matrimonio y que debería ser llamado de otra forma, no es más que una forma un tanto ruin de desviar el debate a cuestiones semánticas que no vienen al caso: aunque sea entre católicos, un matrimonio es un matrimonio, y una familia es una familia. Y con esta alusión a la familia paso a otro tema candente del que mi opinión, espero, no resulte demasiado radical: También estoy a favor de permitir que los católicos adopten hijos. Algunos se escandalizarán ante una afirmación de este tipo. Es probable que alguno responda con exclamaciones del tipo de “¿Católicos adoptando hijos? ¡Esos niños podrían hacerse católicos!”. Veo ese tipo de críticas y respondo: Si bien es cierto que a los hijos de católicos, y al contrario que, por ejemplo, ocurre en la informática o la homosexualidad, los inscriben en su secta sin que hayan alcanzado la mayoría de edad, sin consultarles, y sin poder borrarse después, violentando la Ley de Protección de Datos, con el fin de obtener beneficios fiscales de difícil justificación, ya he argumentado antes que los católicos son personas como los demás. Pese a las opiniones de algunos y a los indicios, no hay pruebas evidentes de que unos padres católicos estén peor preparados para educar a un hijo, ni de que el ambiente religiosamente sesgado de un hogar católico sea una influencia negativa para el niño. Además, los tribunales de adopción juzgan cada caso individualmente, y es precisamente su labor determinar la idoneidad de los padres. En definitiva, y pese a las opiniones de algunos sectores, creo que debería permitírseles también a los católicos tanto el matrimonio como la adopción.
Exactamente igual que a los informáticos y a los homosexuales.

Ecología y Salud

Por: Antonella Perasso y Lidia Perrazo

LA CLAMIDIASIS UNA ENFERMEDAD DE TRANSMISIÓN SEXUAL FRECUENTE

La Clamidiasis es una enfermedad que se adquiere por relaciones sexuales anales, vaginales y orales. Es producida por una bacteria cuyo nombre científico es Chlamydia trachomatis que se instala en los órganos genitales, recto y garganta. La infección con esta bacteria puede no presentar síntomas o comenzar entre 7 y 21 días luego del contagio.
Algunos de los síntomas en la mujer son flujo vaginal abundante, ardor al orinar, fiebre, coito doloroso o sangrante. En el hombre produce picazón y secreciones penianas, ardor y necesidad urgente de orinar e incluso inflamación de testículos.
También puede haber secreciones, sangrado y dolor del recto si el contagio ha sido anal. El contagio de Chlamydia por vía oral provoca ardor en boca y lengua, dolor de garganta y úlceras en la boca.
En casos de mujeres infectadas puede contagiar al bebé durante el parto afectando con la bacteria los ojos y el aparato respiratorio del bebé.
Además puede producir embarazos fuera del útero –llamados embarazos ectópicos- y partos prematuros.
El avance de la enfermedad puede causar graves daños en el aparato reproductor femenino como infertilidad.
Se debe buscar las Chlamydias en análisis de orina o en cultivos de flujo en la mujer y en las secreciones penianas en el hombre. Se recomienda la consulta ginecológica anual para detectar la bacteria ya que muchas veces los síntomas son leves y se desconoce su presencia. El tratamiento indicado es con antibióticos. La infección por Chlamydia facilita el riesgo de adquirir otras infecciones. Hay tres veces más posibilidades de adquirir HIV pues la inflamación atrae a los glóbulos blancos que son los hospedadores del virus del SIDA.
PARA EVITAR EL CONTAGIO DE CHLAMYDEAS USAR PRESERVATIVO.

Fuente y consultas: lidiarosaperasso@yahoo.com.ar

Nada nos convence mucho en este mundo, sobre todo nuestra presencia en él.

Extraído del fanzine “LaToñoDomínguez”

Los cerros no son más sabios por tener más silencios bajo el sol o por cuantos cactus le conforman el pelaje y soban el lomo, nada de eso, los cerros guardan sus sabidurías en los recovecos, bolsillos, jorobas, puntas, formas, caídas y cavidades que construyen su identidad, está también el errado caso del mar que ilusoriamente es reducido a un reflejo del arriba, su color es como en los bípedos mera anécdota, sus huellas digitales están en las ondas, texturas que dan ganas de peñiscar, rayar con la uña con único afán de sentirla entre las carnes a las que el sol les da un manotazo y se desperdigan todas sus huellas.
Los hombros de una mujer y el filo de una cuchilla están hechos del mismo elemento, somos muy ingenuos y preferimos mirarnos la punta de nuestra estupidez.

El viaje es largo y fatiga mirar correr desesperados a los árboles, piedras, peñascos, adobes, postes, letreros, cables, cercas, sombras y malezas. Los ojos solo alcanzan a ver una parte (como en los retrovisores deberíamos tener un aviso también) no logro divisar sus rostros que se hacen líneas y formas alargándose tras el vidrio infame, deben tener asuntos importantísimos, inefables, terribles para desvanecerse así como lo hacen, corriendo quizás quien sabe de quien.

Nadie pretende hacerse famoso siendo un vagabundo, ermitaño tampoco los niños y niñas que se cubren la cara con una bolsa de plástico, quizás para dejar de mirar cuan malo es mas allá,quien debe robarle a los que creen ser ricos o a los ricos, el niño que no conocía otra vida, otra cultura, el que no fue funcional, el loco, el anómico, a quien le inventaron un nombre y lo mandaron a imprimir para la edición del día que viene, el que dentro de la oferta inmobiliaria debe elegir la cuneta, que no tiene, que no alcanza, que debe, que da risa, pena, lastima, asco, vergüenza ajena, el intruso, el malcriado, las putas, los maricones, tú, nosotros, bestias humanas, drogadictos, criminales,delincuentes, suci=s, hediond=s, impí=s. Ningun= pretende hacerse famoso cubriéndose el caracho por la ropa, por un mosaico siendo un niño o niña o por los ojos morbosos de todos los demás, por favor que alguien le avise esto a los que imprimen diarios, filman y fotografían para los medios, resguardando celosamente la imagen invisible de quienes les pagan el sueldo a esos que le pagan el sueldo a los que le pagan el sueldo con los mismos papeles que imprimen en el extranjero, con las mismas firmas rimbombantes de círculos y líneas enrevesadas, que adornan los mismos permisos para indignar, matar y perseguir a quien le desoiga, desapruebe o critique, a quien le manche su maquinita ya bien pulida luego de tantas eras de trayectoria, experiencia y prestigio, quienes no se conformen con el área verde, los pizarreños de la casa, la liquidación a fin de mes, el té, Las cuentas, el rayado de cancha, las leyes, las palabras, lo que siemprefueasí y no lo vamos a cambiar porque ya se ha intentado sin éxito. Los exitosos se exhiben por otros medios, a los que solo ellos logran acceder, mirando tras el espejo solamente, podríamos ver a los hijos del dueño avanzando por el escenario iluminado con el sol de la tarde, a pasos cortos y la cabeza rubiecita gacha afirmada por dos guardias, veríamos gracias a las cámaras de vigilancia a opus deis, masones, legionarios, empresarios, sicarios, saqueadores hinchándose los bolsillos inconmensurables, reconstruyendo la imagen de su ideal financierroñero lleno de sí mismos, a costa de... adivine.

No estamos vivos solo porque nos palpite bajo la piel un ritmo, ni juguemos todos nuestros días con el aire en nuestras bocas y narices, nos crezca el pelo. Dejemos a un lado los detalles que ya estamos muy adentro, siga que el camino esta cayéndose a pedazos, pierda cuidado, que para eso es que estamos vivos, deshágase como una lagrima que cae eterna, que nadie lo va a recortar.
Hay tiempo para armarse.

Al infinito ida y vuelta

Escenas de un día cualquiera en la ferretería de los poetas
Por: Ernesto Alaimo (www.ernestoalaimo.blogspot.com)

Un señor calvo, algo gordo, entró con aire preocupado.
–Buen día. ¿Tenés adjetivos para soldadora?
–¿Qué tiene que soldar?
–Mirá –dijo luego de un fuerte suspiro–. Tengo un sustantivo, que trae el hilo de la frase, ¿no? Es “aprendizaje”. Y después viene “`por tus manos”, que son las que enseñan, ¿me seguís? Y tengo que soldar el aprendizaje con las manos, con un adjetivo, de tres sílabas, que dé a entender que el aprendizaje lo dieron las manos.
–¿Probó con brindado, creado, etcétera?
–Sí… sí… pero no, no sirve eso, es muy flojo, traté y se despegaban a los diez segundos, y se me cortaba todo el hilo de la estrofa. No: yo necesito algo fuerte, intenso, que los suelde bien, ¿entendés? Tengo una soldadora de ésas de antes, ¿viste? Y vos le ponés uno de esos adjetivos berretas y no te los agarra. Por poco se me arruina cuando le puse ofrecido. Entraba, como antes va “aprendizaje”, ¿no?
–Espéreme un segundito que busco.
Durante la espera al cliente se le fue hinchando una vena del lado derecho de la frente.
–Aquí están. Tengo prendado, labrado (no sé si es compatible con tu soldadora), gestado, trabado, tramado, rendido, enredado, reunido, enlazado. De otra marca hay: tallado, bordado, calado, esculpido, grabado… No sé si alguno le sirve. Si no, tengo de la línea surrealista, que sueldan pero en arquito, ¿vio?, como dando un rodeo, un brinco en el hilo y vuelve, y ahí sigue derecho nomás.
–¿De ésos qué tenés?
–A ver: tengo tendido, tragado, cromado, soplado, bramado, arropado, cansado, ensopado, parlado, tronchado, limado, lanzado… bueno, hay más. Están mezclados con los lunfardos, ahora que veo. Uno especial, de mejor calidad en esta línea, que es un poco más caro, y le traería quizá problemas con la métrica, es vomitado.
–No, no, dejá, no me sirve eso. No, yo busco más para este lado…
Se quedó en silencio, cavilando, rumiando mentalmente cada vocablo ofrecido, especulando sobre su buen o mal funcionamiento.
–No, che, sabés que me parece que ninguno va a andar, no sé… Bueno, dejame que lo piense, y en todo caso vuelvo, ¿eh?
–No hay problema.
Antes de que el hombre saliera, el empleado, que se había quedado pensando, lo detuvo:
–Disculpe, señor: ¿no probó con soldado?
–¿Cómo dice?
–Claro: “aprendizaje soldado por tus manos”. ¿Eso no le sirve?
El hombre masticó unos instantes el adjetivo, y le gustó.
–Ahí está… –empezó a repetir con creciente alegría y volumen. Al fin, rió a carcajadas. Cuando se le pasó, le pidió un “soldado”, con una sonrisa soldada en el rostro.
El empleado anotó la palabra en un papel al que puso el sello de la ferretería.
–¿Cuánto le debo, amigo?
–No, deje, no es nada. No está en la lista de precios. Después me invita una observación. ¿Quedamos así?
–¡Pero cómo no! ¡Nos vemos! –dijo yéndose.
–Que tenga un buen poema.