viernes, 29 de abril de 2011

Monserrat Cultural Nº 40

Imagen de Tapa: “Melly Mug” de Katiku

Editorial

Leyendo una revista encontré este cuento que representa muy bien algunas conductas y reacciones que muchos constatamos cotidianamente. Lo comparto con ustedes, esperando que se multiplique en todos la actitud del zapatero.

El editor

La verdadera importancia
Por: Paulo Coelho


Jean paseaba con su abuelo por una plaza de París. A determinada altura vio cómo un cliente increpaba a un zapatero por determinado defecto que presentaba su calzado. El zapatero escuchó con calma las quejas, pidió disculpas y prometió reparar el error.

Pararon para tomar un café en un bar. En la mesa de al lado, el camarero le pidió a un hombre que moviese un poco la silla para hacer espacio. El hombre soltó toda una retahíla de improperios, y se negó.

-Nunca olvides lo que acabas de ver – le dijo a Jean su abuelo -. El zapatero aceptó las reclamaciones, mientras que este hombre de nuestro lado no ha querido moverse. A los hombres útiles, que hacen algo útil, no les incomoda que los traten de inútiles. Pero los inútiles siempre se creen importantes, y esconden toda su incompetencia detrás de la autoridad.

Historia del chajá y de la buena prensa

Historia del chajá y de la buena prensa
Por Gustavo Roldán


—¡Minga! —gritó el Diablo—. ¡A mí no me van a echar la culpa de todas las porquerías que pasan en el mundo! ¡Ya me tienen podrido!
El pobre Diablo tenía razón. Si había llovido demasiado, era culpa del Diablo; si la sequía se venía larga, era cosa del Diablo; si llegaba la peste, el Diablo había metido la cola.
Y cuando algo ponía contentos a los hombres, meta dar gracias a Dios y a todos los santos.
—¡Carajo, carajo y tres veces carajo! ¡Lo que es tener buena prensa! ¡Pero esto no va a quedar así!
Y se sentó a meditar en un brasero encendido.
Pensó y pensó, pero estaba demasiado enojado para tener buenas ideas.
—Mejor me preparo unos amargos.
Y se levantó del brasero para poner la pava.
Como era de imaginar, el agua se le calentó de más, la yerba se lavó y no se quemó la lengua simplemente porque el Diablo no se quema con un mate caliente.
Al final respiró hondo, contó hasta siete mil, porque contar hasta diez no alcanza para un buen Diablo, y se tranquilizó un poco.
—Hay que tomar al toro por las astas —se dijo—, y lo vamos a hacer ya mismo.
Ahí nomás se comunicó con Dios y le pidió una cita para discutir algunos asuntos.
—¡Cómo no! —le dijo Dios—. Venite cuando quieras y charlamos un rato.
—¡Eso sí que no! ¿No sabe lo que pueden llegar a decir si ven a un diablo en el cielo? ¿Por qué no viene usted a visitarme?
—¿Y las habladurías? ¿Te imaginás lo que puede decir la gente si se entera que yo estuve en el infierno? También tengo que cuidar la imagen, uno se debe a su público.
—Tiene razón. Mejor busquemos un lugar neutral.
—Es lo mejor —dijo Dios—. ¿Qué te parece si nos encontramos en la Tierra? De paso echamos un vistazo a las cosas de la gente.
Y así fue. Una semana después se encontraron en la Tierra. Por supuesto, los dos disfrazados de hombres, porque no era cuestión de que no los dejaran charlar pidiéndoles autógrafos. Ya se sabe lo que pasa con los que son famosos.
Para mayor tranquilidad, y porque a los dos les gustaba pasear por el campo, se metieron por un caminito perdido y caminaron y caminaron.
El Diablo no se anduvo con vueltas y de entrada nomás planteó todas sus discrepancias con lo que andaba pasando.
Dios lo escuchó atentamente, sin distraerse con los pajaritos que pasaban volando ni con el color de las flores. Al final le dijo:
—Creo que tenés bastante razón, pero no hay que olvidar que aquí yo soy el bueno y vos sos el malo. Además, tan pero tan inocente no sos. Mirá que nos conocemos bien.
—Sí, don Dios, pero las cosas tienen un límite. Acuérdese de la historia del diluvio y del arca de Noé. Yo no fui el que los ahogó a todos los hombres. No voy a negar que saqué mis ventajas, si era un gusto ver como llegaba gente al infierno. Fueron días de fiesta para mí.
—Me imagino —dijo Dios mordiendo un palito.
—Tampoco tuve nada que ver con la destrucción de Sodoma y Gomorra. Ni yo hubiese sido tan duro. No fue un trabajo muy limpio, digo, pensando en los chicos y en los recién nacidos.
—Vamos, vamos, que también sacaste tus ventajas.
—Sí, pero yo voy a otra cosa. A mí también me preocupa el prestigio personal, y la gente me echa la culpa de cosas con las que no tengo nada que ver.
—Diablo, Diablo, somos pocos y nos conocemos. Si sabré tus historias.
—No le estoy cuerpeando a mis historias, digo que me echan la culpa de algunas que son suyas. Usted también se toma sus venganzas.
—¿Yo? —dijo Dios mordiendo fuerte su palito.
Ya habían caminado mucho y tenían un poco de sed.
En ese momento llegaron a la orilla de un río donde dos lavanderas estaban enjabonando un atado de ropa.
Vaya a saber con qué facha estarían disfrazados Dios y el Diablo porque las lavanderas, apenas los vieron, comenzaron a reírse.
Dios, con toda educación, dijo:
—Somos dos viajeros con sed, ¿nos convidarían un jarro de agua?
—Claro que sí —dijo una de las lavanderas, y le alcanzó un jarro con agua jabonosa mientras la otra se reía a más no poder.
—Desde ahora ustedes serán pura espuma, como el agua que me dieron —dijo Dios.
Y las dos mujeres salieron volando, convertidas en chajás.
—Linda prueba —dijo el Diablo—. Muy linda prueba, digna del mejor mago. Yo admiro su habilidad, ¿pero se acuerda de lo que veníamos hablando? Ahora también me van a echar la culpa a mí.
—No, nadie te va a echar la culpa. Van a decir que fue un castigo ejemplar para los que no fueron capaces de calmar la sed de un viajero. Cualquiera sabe que a nadie se le niega un vaso de agua.
—¿Sabe, don Dios? Ahí es donde yo lo envidio. En cómo consigue usted tener tan buena prensa.

Del libro Cuentos con plumas y sin plumas (Editorial Sudamericana, 2004. Colección Cuentamérica).

Microrelatos

El árbol de lilas
    María Teresa Andruetto


     UNO
     Él se sentó a esperar bajo la sombra de un árbol florecido de lilas.
     Pasó un señor rico y le preguntó: ¿Qué hace sentado bajo este árbol, en vez de trabajar y hacer dinero?
     Y el hombre le contestó:
     Espero.
     Pasó una mujer hermosa y le preguntó: ¿Qué hace sentado bajo este árbol, en vez de conquistarme?
     Y el hombre le contestó:
     Espero.
     Pasó un niño y le preguntó: ¿Qué hace Usted, señor, sentado bajo este árbol, en vez de jugar?
     Y el hombre le contestó:
     Espero.
     Pasó la madre y le preguntó: ¿Qué hace este hijo mío, sentado bajo un árbol, en vez de ser feliz?
     Y el hombre le contestó:
     Espero.

     DOS
     Ella salió de su casa. Cruzó la calle, atravesó la plaza y pasó junto al árbol florecido de lilas.
     Miró rápidamente al hombre. Al árbol. Pero no se detuvo. Había salido a buscar, y tenía prisa.
     El la vio pasar, alejarse, volverse pequeña, desaparecer.
     Y se quedó mirando el suelo nevado de lilas.
     Ella fue por el mundo a buscar.
     Por el mundo entero.
     En el Este había un hombre con las manos de seda.
     Ella preguntó:
     ¿Sos el que busco?
     Lo siento, pero no, dijo el hombre con las manos de seda.
     Y se marchó.
     En el Norte había un hombre con los ojos de agua.
     Ella preguntó:
     ¿Sos el que busco?
     No lo creo, me voy, dijo el hombre con los ojos de agua.
     Y se marchó.
     En el Oeste había un hombre con los pies de alas.
     Ella preguntó:
     ¿Sos el que busco?
     Te esperaba hace tiempo, ahora no, dijo el hombre con los pies de alas.
     Y se marchó.
      En el Sur había un hombre con la voz quebrada.
     Ella preguntó:
     ¿Sos el que busco?
     No, no soy yo, dijo el hombre con la voz quebrada.
     Y se marchó.

     TRES
     Ella siguió por el mundo buscando, por el mundo entero. Una tarde, subiendo una cuesta, encontró
     a una gitana. La gitana la miró y le dijo:
     El que buscas espera, bajo un árbol, en una plaza.
     Ella recordó al hombre con los ojos de agua, al que tenía las manos de seda, al de los pies de alas y al
    que tenía la voz quebrada. Y después se acordó de una plaza, de un árbol que tenía flores lilas, y del
     hombre que estaba sentado a su sombra. Entonces se volvió sobre sus pasos, bajó la cuesta, y atravesó
     el mundo. El mundo entero. Llegó a su pueblo, cruzó la plaza, caminó hasta el árbol y le preguntó al
     hombre que estaba sentado a su sombra:
     ¿Qué hacés aquí, sentado bajo este árbol?
     Y el hombre dijo con la voz quebrada:
    Te espero.
    Después él levantó la cabeza y ella vio que tenía los ojos de agua, la acarició y ella supo que tenía las
    manos de seda, la llevó a volar y ella supo que tenía también los pies de alas.

Poesía porque sí

 Yo, primera persona del singular.

        Yo tengo
       
        Pero Yo no soy Tengo
        porque
        si un huracán se lleva todo
        y me deja tan solo con lo puesto.
        Yo seguiría siendo.

        Yo estoy.
       
        Pero, atención,
        porque aunque cambie de lugar,
        aunque cambie de barrio y de ciudad
        yo sigo siendo.

        Por las noches yo duermo
        pero no soy Dormir
        porque cuando despierto
        sigo siendo

        Yo canto.
        ¿Y si no canto?
        Yo juego.
        ¿Y si no juego?
       
        Yo estoy aqui y allá
        yo tengo, yo no tengo
        yo canto y desencanto
        yo esta tarde no juego
        pero yo sigo siendo.
       
        Yo soy yo cuando Soy.
               
        No soy Tener.
        No soy Estar.
        Yo soy
        Ser
        en primera persona del singular.


Las 4 maravillas del mundo

        Aire que silba
        Fuego que fuega
        Agua que corre
        Tierra que espera

        Agua más Tierra, arcilla
        Agua más Aire, espuma
        Fuego más Agua, agua calentita
       
        Aire con aire, flauta
        Tierra con tierra, huerto
        Fuego con fuego, amor
        Agua con aguacero
                       
        Apenas cuatro esencias,
        cuatro dulces puñados
        en el caldero,
        ¡y ya olía a magnolias
        el Universo!


De “Poemas para niños”
de Liliana Bodoc


Vengo
de un huevo o cigota
de un adentro
de algo
adentro
no sé
si tenía vasos comunicantes
o membrana porosa
era un ombligo
era pelusa
de mí
tibia y fruncida
enrulada era
como una vaina
como una chaucha
era
hermosísima
una alga
fosforescente
y era ciega
no necesitaba ojos
para saberme

con mis propios pelitos
me acariciaba
conocía
hasta la risa
inventé
era cosquilla
(claro que eso no lo sabía)

Y lo increíble
lo más bello
era cómo
de cada sortija
seguía naciendo.

Era panadero
suave
volador
me desprendí de mi tallo

y asi vengo
estoy llegando
algo cansada
despeinada
el trajín los vientos
¿me dicen que estoy pelada?
¿arrugada por el costado?

Soy cascarita
pancita seca
me rasco y
ops!
soy semilla

Huevo, pelusa,
chaucha y panadero:
fue lindo
tantos lugares
¡cómo me hicieron andar!

Me voy yendo
estoy muerta
de sed y calor
redondita
ruedo
hasta la tierra
qué sueño
una siestita
no me acuerdo,
¿ qué decía?
¿qué decía? Primera persona

Del Blog www.perceptariopoesia.blogspot.com/
De Sofía Arroñade

¿Cómo ser más verde y feliz?

 Pensá en tiempo y no en dinero

Venimos hablando sobre estos temas hace tiempo: las experiencias y no los objetos dan felicidad, los jóvenes están tendiendo a valorizar más otras cosas sobre el consumo y hay un deseo en general de volver a lo verde porque claramente el contacto con la naturaleza provoca bienestar.
Sin embargo, todavía siguen apareciendo más pruebas que nos empujan en una dirección alternativa. Esta vez se trata de un estudio realizado en la Universidad de Pensilvania, en el que la investigadora Cassie Mogilner se embarcó en la tarea de observar cómo influye la concentración en ciertas ideas en el uso que hacemos del tiempo más tarde. Las conclusiones son sumamente interesantes.
Mogilner tomó a un grupo de voluntarios y los enfrentó con una serie de oraciones que contenían palabras relacionadas al tiempo (como reloj o día), mientras que propuso a otro trabajar con ideas relacionadas al dinero (con palabras como riqueza o dólares). Más tarde, se les preguntaba a las personas cómo pensaban pasar sus próximas 24 horas.
Aquellos que habían estado pensando en el tiempo, querían realizar actividades sociales; mientras que quienes habían estado pensando en dinero estaban planificando pasar más tiempo trabajando. Llevando el estudio al mundo real, la investigadora propuso a personas entrando a un café llenar un cuestionario con palabras relacionadas al tiempo o al dinero, y luego observó su comportamiento dentro del lugar (si estaban chateando o interactuando socialmente, o trabajando). A su salida, se les preguntaba cuán contentos y satisfechos estaban.
Una vez más, aquellos que estuvieron pensando en tiempo pasaron sus horas socializando y estaban más felices; al tiempo que quienes pensaron en dinero estuvieron trabajando y estaban menos satisfechos al salir.
La moraleja de este estudio no podría ser más contundente: la concentración en las cosas y el dinero saca el foco de aquello que es mucho más importante para nuestro bienestar, que es el invertir tiempo en conectarnos y ser felices. Cuando sacamos la atención del dinero, además, nos concentramos en tener una vida más frugal, lo cual lleva a disminuir nuestra huella en el planeta.
¿Se animan a probar el invertir el día de hoy pensando en el tiempo?

Fuente: blogs.tudiscovery.com

Ecología y Salud

La meditación puede mejorar la estructura de tu cerebro en sólo 8 semanas

Un grupo de científicos del Programa de investigación de neuro-imágenes psiquiátricas del Hospital General de Massachusetts probó recientemente que meditar -una actividad con nulo impacto ambiental para la cual no se necesita más equipamiento ni preparación que tu propio cuerpo y unos minutos de tu día- puede mejorar tu capacidad de atención, aprendizaje y reducir tus niveles de stress.
Después de haber practicado meditación, los cerebros de los participantes mostraron un aumento en la densidad de la materia gris del hipocampo (que tiene un papel importante en la memoria y capacidad de aprendizaje) y en estructuras asociadas con la auto-consciencia, compasión e introspección.
Además, indicaron que sentían una reducción en sus niveles de stress, y se comprobó que sus cerebros tenían menos concentración de materia gris en la amígdala (que influye en los niveles de ansiedad y stress).
Este es el primer estudio que documenta que la meditación produce efectivamente cambios en el cerebro. Antes se habían realizado estudios que demostraban que las personas que tenían una larga historia con la meditación tenían estructuras cerebrales diferentes, pero no era claro si la meditación las ocasionaba o si la estructura cerebral determinaba su inclinación por esa actividad. En cambio, este estudio demuestra que la meditación provoca estas modificaciones.
Muchas veces cuando uno piensa en mejorar su salud y reducir su stress, lo primero que viene a la mente es dinero, viajes a centros de relajación y demás actividades de alto impacto. Pero aquí está la prueba de que la respuesta está en el interior.
¿Alguno practica meditación? ¿Piensan empezar a hacerlo?

Fuente: blogs.tudiscovery.com