jueves, 25 de febrero de 2010

Editorial

Gerundio tramposo.
En la lingüística, y en el contexto particular de la gramática, el gerundio es una conjugación del verbo que demuestra una acción; pero no está definida ni por el tiempo, el modo, el número, ni la persona. El gerundio correctamente usado significa ya simultaneidad, ya anterioridad con relación al verbo al que modifica (por ello, la gramática dice que el tiempo del gerundio es relativo).
Así, con el gerundio HACIENDO, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires posterga indefinidamente soluciones a los muchos problemas de la ciudad y sus vecinos, que son los que sufren la ineficacia de este gobierno que solo aporta PROblemas.
HACIENDO un uso relativo del presupuesto de la ciudad, Macri incrementó sin gerundios la cantidad de asistentes, consultores y asesores para “embellecer” la ciudad con sus cientos de carteles amarillos que informan de mejoras por todos lados, que luego nunca se concretan.
Con políticas exclusivas, Macri y sus asesores le quitaron presupuesto -y prácticamente existencia real- a los planes de vivienda de la ciudad, especulando con cada porción de terreno para el mercado inmobiliario, cada vez más excluyente para cualquiera que pretenda tener su propia casa.
Con barrios enteros inundados, Macri responde con grandes carteles que aseguran estar “HACIENDO” las mejoras para que esto no ocurra más. Pero ya lo sabemos, mientras siga el gerundio, el problema no se va a terminar, y la promesa continúa.
Con sistemas de transporte colapsados, y luego de prometer 10 kilómetros de tramos nuevos por año en la red de subtes, Macri se ataja acusando al Gobierno Nacional de no escuchar sus reclamos. Lo mismo hace respecto de salud -con hospitales sin insumos- y la educación -con edificios arruinados y en constante estado de precariedad-. Siempre es culpa de otro, siempre el responsable es el otro.
El otro que te roba, el otro que te pide, que está ahí tirado pidiendo limosna, que no deja que esta ciudad sea bella y ordenada y pulcra, como Macri y tantos bellos, ordenados y pulcros quisieran. Y así, culpando a ese otro que apenas sabe de política y de intereses ocultos -y tampoco sabe nada de gerundios-, la ciudad se hunde en un caos del que parece imposible salir. Macri propone una “nueva policía”, que picana en mano traerá orden a tanto caos. ¿Cuánto más resistirá el sentido común a tanta mentira, tanto desvarío mediático que impone miedo día tras día?
Ojalá despertemos, y nos demos cuenta que la solución no está en culpar al otro. Si cada uno se hace cargo de su parte, y en comunidad trabajamos para resolver lo de nuestra casa, nuestra manzana, y así de a poco llegar a mejorar nuestro barrio, no serían necesarios representantes que en nombre del pueblo y el miedo llenen de carteles y policías la ciudad, mientras esta se cae a pedazos.
El gobierno de Macri es como el gerundio: no está definido ni por el tiempo, el modo, el número ni la persona. Entonces, la próxima vez que haya elecciones, pensemos bien antes de votar: que no nos gane el miedo al otro.

El editor

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