lunes, 30 de mayo de 2011

Poesía porque sí

Por: María Elena Mittelman

QUIZÁS

Quizás  deba mostrar
un poco más de mi cansancio,
con una sonrisa
decir
no puedo,
y embarcada en mi nave de lejanía
y viento,
volver
a cruzar los túneles celestes  de mis ojos
hasta el punto de dolor y olvido
donde quedé cautiva,
enredada
en una curva de la infancia.


A la edad que tenemos,
hay que sumarle
el tiempo que nos arrebató la desmemoria.

Breves e infinitos años iniciales, 
herméticos a todo intento
de relato,
a la vez clave y misterio,
burbuja prehistórica
en la que dicen que fuimos
improbablemente felices.

A la edad que tenemos
es bueno saber si fue conquista o fue derrota
el tiempo que nos arrebatò la fantasía.

Somos ciudades de postguerra,
largamente doloridas e íntimas.
Pero al final del dolor,
en el sitio del recuerdo
sólo queda el recuerdo de una sombra.
Y las sombras son livianas
y  libres.


A la edad que tenemos
hay que devolverle
el tiempo que nos arrebataron  la condena y la culpa.

Porque los plazos prescriben
y  a esta vida sin caràtula
debiéramos quererla y abarcarla
en toda su extensión sobreseída. 
Debièramos ejercer el derecho al desapego,
que no es desamor,
Y perdonarnos.


A la edad que tenemos
hay que restarle
cada instante que podamos arrebatar a los lamentos.

A  cambio,
las manos estarán menos crispadas,
el cuerpo se dejará acunar por el sillón antiguo,
buscaremos la vieja taza azul
que nos acompañó en tantas esperas
exhalando aromas.
Y el tiempo será de limón y de canela.

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