lunes, 1 de octubre de 2012

Editorial



Comparto dos textos de Galeano, que tantas veces abre las alas de la mente y nos da aire para volar con la imaginación. Que en esta primavera haya buenos vuelvos.
El editor

¡Adopte un banquerito!
Septiembre, 15. En el año 2008, se fue a pique la Bolsa de Nueva York. Días histéricos, días históricos: los banqueros, que son los más peligrosos asaltantes de bancos, habían desvalijado sus empresas, aunque jamás fueron filmados por las cámaras de vigilancia y ninguna alarma sonó. Y ya no hubo manera de evitar el derrumbe general. El mundo entero se desplomó, y hasta la luna tuvo miedo de perder su trabajo y verse obligada a buscar otro cielo.
Los magos de Wall Street, expertos en la venta de castillos en el arie, robaron millones de casas y de empleos, pero sólo un banquero fue a la cárcel. Los demás imploraron a gritos una ayudita por amor de Dios y recibieron, por mérito de sus afanes, la mayor recompensa jamás otorgada en la historia humana.
Ese dineral hubiera alcanzado para dar de comer a todos los hambrientos del mundo, con postre incluido, de aquí a la eternidad. A nadie se le ocurrió la idea.

Para que cantes, para que veas
  Para que veas los mundos del mundo, cambia tus ojos.
  Para que los pájaros escuchen tu canto, cambia tu garganta.

  Eso dicen, eso saben, los antiguos sabios nacidos en las fuentes del río Orinoco.

Los Hijos de los Días
Eduardo Galeano

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