sábado, 29 de noviembre de 2014

Microrelatos




El drama del desencantado

...el drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida.

Gabriel García Márquez, El drama del desencantado.


La fotografía

La fotografía, cuidadosamente pegada en el contrachapado, ocupaba toda la pared y representaba un lago que por cierto era bastante banal, nada pintoresco a fin de cuentas. En el lago se veía una barca, perdida a lo lejos, minúscula. El hombre tardó mucho antes de rendirse a la evidencia: la barca, semana a semana, se agrandaba. Desplazándose inexorablemente en un eje espacio-temporal imposible de definir, la barca se iba agigantando porque avanzaba en el lago, procedente de alguna orilla lejana, rumbo al marco exterior de aquella foto. Cierto día, el hombre pudo distinguir que había dos personajes en la barca. Uno timoneaba y el otro esperaba. Un mes más tarde fue capaz de discernir otros detalles. Quien timoneaba tenía los brazos desnudos, dato nada sorprendente. En tanto, el otro, el que esperaba, observaba la habitación con insistencia y en sus rodillas había un fusil cuyo cañón apuntaba hacia mí.

Jacques Sternberg, Cuentos glaciales.

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