martes, 28 de julio de 2009

MICRORRELATOS

El nuevo arte
Por: Oscar Fortuna

Caminaba por la senda de piedra, de seguro tendría muchos años, tantos como para ser una de las rutas romanas de la era imperial; pero no era mi intención llegar a Roma, lo único que debía hacer era cumplir con el encargo de mi señor el alquimista Bacon, quien estaba perfeccionando un nuevo arte, según lo que me había confesado. Yo era su más querido ayudante, cuidaba de alimentarlo y recordarle descansar, ya que él siempre estaba demasiado concentrado en su taller mezclando pócimas y creando cosas de nombres indecibles. Últimamente podía verlo pintar y repintar una tela a la luz del sol mientras mezclaba los colores con una preocupación inusitada; siempre era así cuando estaba atrás de un gran descubrimiento, y esperaba llegar a tiempo de mi recado para ver el nuevo hallazgo.
Ese día el sol le daba un color especial a todo, su luz llenaba de vida el paisaje, los árboles al borde del camino parecían pintados con los tonos más hermosos de verdes, dorados y rojos; el cielo de un azul intenso era recortado por nubes arreboladas por el sol, y el lago... ¿qué decir del lago? superficie lisa y calma como esa no debería de existir otra. Todo era tan armonioso en aquel rincón, que decidí tomar un descanso en la orilla de ese azul intenso.
Recorrí una estrecha senda hasta llegar al agua, la sed surgió en mí ante la visión de ese espejo líquido. Me arrodillé buscando mi reflejo en aquel fabuloso paisaje, pero en vez de ver mi rostro encontré a Bacon mirándome del otro lado del agua, y ante mi cara desfigurada por la sorpresa y el miedo lo escuché decir: _ ¿Te gusta mi nueva creación, querido Leonardo?, se llama pintura viva, y agradéceme porque podrás disfrutar toda la eternidad dentro de este hermoso cuadro.

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