jueves, 26 de noviembre de 2009

Entorno del Mito: El miedo al mar

Por: Clara Gorostiaga

Un antiguo proverbio latino decía: Alaba al mar pero quédate en la orilla. Eneas, Simbad y Odiseo fueron tres héroes antiguos que desafiaron las tormentas en busca de aventuras y nuevas tierras. Pero sus proezas eran consideradas por encima de toda normalidad.
En la Edad Media Dante coloca a Ulises en el Infierno por haberse atrevido a cruzar el Estrecho de Gibraltar: una acción que implicaba la soberbia de ir más allá del mundo conocido. Porque el mar siempre fue “lo otro” y “lo distinto”.
Por medio de las travesías marítimas llagaban las novedades, las noticias de modos de vivir diferentes. El mar fue durante milenios el símbolo del caos primordial; una masa informe que contenía fuerzas malignas, dragones y demonios. El mar era el adiós a la estabilidad cotidiana, a la conservación de las costumbres familiares, a la seguridad conocida. Simbolizaba la modificación del propio mundo.
Muchas veces el miedo al cambio fue causa de guerras y de ensañamiento. Las Guerras de Religión que asolaron el s.XVI en Europa tuvieron esa base; los protestantes denunciaban a la Iglesia Católica de haber trastocado la tradición antigua del cristianismo; los católicos salían en defensa de las instituciones inmutables de la Iglesia.
En un momento la conquista de los mares posibilitó a Europa el dominio del mundo; sin embargo sigue aferrada a su territorio y expulsa a los inmigrantes que llegan de las mismas tierras que un día sometió; ellos continúan simbolizando algo distinto.
Desde cierto punto de vista en el s.XXI los océanos ya no tienen más misterios; pero sigue vigente el miedo de lo que alguna vez fueron símbolo: la indefinición fluctuante del límite entre “lo mío” y “lo tuyo”; el temor “al otro”.

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