martes, 27 de abril de 2010

Editorial

Este mes el editorial está dedicado a la persona que amplió y ensanchó mis ojos y mis brazos: bienvenido al mundo, Amaru.
El editor

La llegada
El Hijo de Pilar y Daniel Weinberg fue bautizado en la costanera. Y en el bautismo le enseñaron lo sagrado.
Recibió una caracola:
-Para que aprendas a amar el agua.
Abrieron la jaula de un pájaro preso,:
-Para que aprendas a amar el aire.
Le dieron una flor de malvón:
-Para que aprendas a amar la tierra.
Y también le dieron una botellita cerrada:
-No la abras nunca, nunca. Para que aprendas a amar el misterio.

El Mundo
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
-El mundo es eso -reveló- Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.

La uva y el vino
Un hombre de las viñas habló, en agonía, al oído de Marcela. Antes de morir, le reveló su secreto:
-La uva -le susurró- está hecha de vino-
Marcela Pérez-Silva me lo contó, y yo pensé: Si la uva está hecha de vino, quizá nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos.

Textos de Eduardo Galeano

No hay comentarios:

Publicar un comentario