miércoles, 27 de octubre de 2010

Cosas de Dragones

Rompecabezas de Dragón

Un dragón ama los rompecabezas. Inventa los más difíciles y después trata de armarlos. Durante muchísimo tiempo va poniendo cuidadosamente las piezas en su lugar. Pero nuca lo consigue.
Armar un rompecabezas significa terminar con el encanto del juego. Entonces lo mejor es equivocarse, poner una pieza donde no corresponde y seguir jugando, seguro de no ganar.
Por eso un dragón está siempre contento cuando trata de armar un rompecabezas.






El día del Dragón

El viento comenzó a soplar de una manera perfecta.
-¡Arriba, solo! -dijo del dragón, y el sol se asomó en la lejanía.
-¡Pájaros! -dijo el dragón.
Y los pájaros volaron de rama en rama y sus silbos cubrieron los árboles de alegría.
-¡Jaguar! -dijo el dragón, y un rugido profundo brotó de la espesura.
-¡Lus, más luz!
Y el sol se levantó por encima de los árboles llenando el mundo de colores.
-¡Águilas, halcones! -dijo el dragón-, y el cielo se pobló de grandes círculos que planeaban haciendo dibujos entre las nubes.
-¡Son hermosos! -dijo el jaguar acercándose-. Lo único que envidio en el mundo es la forma de volar de un águila o de un halcón. No entiendo por qué los jaguares no podemos volar. Creo que es injusto.
-Tal vez -dijo el dragón-, pero tal vez no.
-Puede ser -dijo el jaguar-, pero sería hermoso.
-Tenés demasiadas cosas, jaguar, para andar protestando.
-Sí, pero nada me impide soñar. Y cuando sueño, sueño que vuelo como un águila. Todos los jaguares soñamos lo mismo. Es hermoso soñar.
-Bueno, voy a hacer algo que te gusta. ¡Viento! -dijo del dragón.
Y el viento aumentó su fuerza agitando las ramas de los árboles y haciendo ondular las aguas del río.
El jaguar comenzó a correr. Corrió en contra del viento deslizándose con pasos imposibles que apenas tocaban la tierra, sintiendo la fuerza del aire que era como una enorme pelea que debía vencer en cada salto.
Corrió hasta perderse a lo lejos.
-¡Lobos, unicornios, sirenas! -siguió el dragón.
Y lobos, unicornios y sirenas llenaron  la selva de rumores.
-¡Hormigas, mariposas, langostas, chicharras, ratones! -dijo el dragón-. Es injusto dejar para el final a los más chicos. Juro que desde mañana haré las cosas al revés.
Y llenó los ríos y los mares de peces. Y los árboles, de frutos y flores. Y nombró todo lo que faltaba nombrar. Después suavizó los vientos. Entonces descansó. Fue una hermosa mañana.

Del libro “Dragón”, de Gustavo Roldán.

No hay comentarios:

Publicar un comentario