miércoles, 27 de octubre de 2010

Editorial

“Todo vuelve, señora”. Eso fue lo que le dije, aunque se merecía un insulto. Subí al subte junto con mi mujer y mi bebé, y en el asiento que está reservado praa embarazadas y personas con niños había una señora rubia, muy bien vestida, atenta a su celular. Era la viva imagen de lo que en las publicidades y los medios dirían “una persona educada”. Pero al ver que venía una mujer con su bebé en brazos lo único que hizo fue agachar la cabeza y hacerse la boluda. Entonces le toqué el hombro para reclamarle que cediera su asiento, y ella, “educadamente” me dijo “¿por qué no se lo pedís a alguien más joven?”. Mi mezcla de bronca y vergüenza ajena me dejó sin palabras. Otra persona del asiento de enfrente hizo lo que correspondía.
Siempre me pregunto por qué hay gente que prefiere ser miserable a bondadosa, y esta señora me dió la respuesta: porque sólo les importa su bienestar, y el resto que se joda. Y esta es la gente que hace mal, que con su egoísmo y sus rencores van quedándose solos y desparraman su miseria por donde van. Uno puede engancharse con esa energía, o dejar que pase. Yo elegí dejarla pasar, porque detrás de su disfraz de persona educada, esa señora ya tiene suficiente castigo con su pésima forma de existir. Porque todo vuelve: si uno hace bien, vuelven cosas buenas, y si hace mal, vuelven cosas aún peores. Todo depende de la actitud que tengamos frente a la vida.

Casi todas las cosas buenas que suceden en el mundo nacen de una actitud de aprecio por lo demás.
Dalai Lama

Lo que ahoga a alguien no es caerse al río, sino mantenerse sumergido en él.
Paulo Coelho

El editor

No hay comentarios:

Publicar un comentario