lunes, 28 de febrero de 2011

Alegoría de la creación del Mundo

Legado Cultural Mapuche

En un principio kóoch el ser que siempre existió vivía rodeado por densas y oscuras neblinas, allá donde se juntan el cielo y el mar.
Pensando en la terrible soledad que le rodeaba el ser rompió a llorar, lloró durante muchísimo tiempo, tanto que es imposible calcularlo. De las lágrimas que brotaban de sus ojos se formó ‘arrok’, el Mar Amargo de las tormentas y las tristezas, primer elemento de la naturaleza. Cuando advirtió que el agua que brotaba de sus ojos seguía en constante aumento dejó de llorar y dio un profundo suspiro; ese suspiro dio origen a Xóchem, el viento que disipando las oscuras neblinas dio lugar al nacimiento de la claridad, igual que el día aparece después de la noche en el horizonte. Todo se iluminó y nació la alegría en Kóoch.
Un día, en medio del mar que sus lágrimas habían creado, Kóoch quiso contemplar su obra y vio que la luz no era suficiente. Enojado, levantó su brazo y sucedió que rasgó de lado a lado el velo de la penumbra encendiendo una gran chispa de fuego: Kóoch había creado a xaleshem, el sol, de cuya calidez al entrar en contacto con las aguas, nacieron las nubes. El viento empezó a jugar con ellas sarandeándolas por el cielo; con su risa alocada creó el trueno (katrú) y ellas, que lo amenzaban con la mirada, crearon el relámpago (lüfke).

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