domingo, 28 de junio de 2009

El entorno del mito: Frodo y Golum

Por: Clara Gorostiaga

“En un agujero de la tierra vivía un hobbit”: así comienza la saga de ”El Señor de los Anillos”. De entre la multitud de personajes, el eje de la historia de Tolkien pasa por dos de ellos, muy pequeños.
Frodo, el héroe, era petiso, mofletudo, amante de la buena mesa, el tabaco y la comodidad. Su oponente, Golum, encerraba dentro del cuerpo menguado un alma narcisista, rencorosa y sedienta de poder. En medio del fragor de las batallas y de espléndidos guerreros, hay un drama oculto: la oposición tenaz entre estos dos seres diminutos.
Golum fue alguna vez poseedor de un anillo poderoso que el destino llevó luego a manos de Frodo. Éste lo recibió contra su voluntad y heredó también, como una pesadilla, la misión de destruirlo.
En un tiempo remoto, un hobbit le había robado el anillo a Golum y estuvo a punto de matarlo. Era consciente del peligro que significaba dejarlo vivo porque tarde o temprano lo buscaría para llenarse de poder o entregarlo a alguien peor que él. Sin embargo le tuvo lástima y lo dejó ir. Quienes conocían este hecho pensaban que su actitud había sido un acto de nobleza bastante insensato. Sólo en el desenlace de la obra se hace patente que fue, además, un acto sabio.
El anillo quedó en manos de los hobbits y así es como Frodo tuvo que cargar con él. Además de su poder inconmensurable, el anillo provocaba en su poseedor un ansia creciente de ser su dueño para siempre. Ésta era su maldición. La necesidad de aniquilarlo residía en que había sido forjado para lograr el dominio de las fuerzas oscuras sobre el mundo.
Frodo caminó durante un año hacia el único lugar capaz de destruir el anillo: una inmensa grieta en lo alto de las montañas. Llegó allí destrozado después de mil penurias y aventuras horrorosas. El deterioro no sólo estaba en su cuerpo sino, sobre todo, en su espíritu: en el momento de arrojar el anillo, el influjo que éste ejercía sobre él alcanzó su culminación y decidió guardarlo para siempre. En el instante en que se lo ponía, apareció Golum a quien todos creían muerto. De un salto se arrojó sobre Frodo y con un mordisco le arrancó el dedo. Pero la violencia de su movimiento le hizo perder el equilibrio y caer en la fosa sin fondo con el anillo en la boca.
Frodo nunca hubiera podido cumplir su misión sin Golum. El hecho de que en el pasado alguien hubiera tenido compasión de su vida miserable, mostraba ahora todo su sentido. Y también posibilitó que Frodo, el héroe, alcanzara la victoria sin ser un vencedor. Porque en la propia debilidad muchas veces está la mayor fuerza..

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