domingo, 28 de junio de 2009

Editorial de Julio

El planeta Tierra, en el que vivimos, se puede ver como la “cosmonave” en la que todos los humanos estamos embarcados y vamos de viaje por el universo. Es una imagen poética, pero también es real. Vamos cruzando el universo, y nuestra nave está cada vez más averiada, y somos nosotros quienes la vamos corroyendo día a día. Es la única nave, no tenemos otra, ni siquiera hay un bote salvavidas... y sin embargo seguimos haciendo un uso irresponsable y despreocupado de nuestro entorno como si fuera inagotable.
Un dicho de los habitantes originarios de América dice:
"Cuando el último árbol haya sido talado, cuando el último río haya sido contaminado, cuando el último pez haya sido pescado, recién el hombre se dará cuenta que no puede comer su dinero"
¿Cuánto más podrá seguir la nave? Si nosotros, sus habitantes y pasajeros no cambiamos nuestro modo de vida, utilizando energías renovables, naturales y autosustentables como el sol, el viento y el agua; y reutilizando y reciclando los mismos materiales con los que ya contamos -estos son ejemplos, pero hay muchos más- a la Tierra le queda poco tiempo con nosotros a bordo. Y ella nos lo está haciendo saber: calentamiento global, tsunamis, inundaciones, terremotos y sequías, cambios extremos de temperatura y pandemias... ¿qué más tiene que ocurrir para que entendamos que la “crisis mundial” no es solo el derrumbamiento del capitalismo y la timba financiera de unos pocos?
Ojalá el hombre sea capaz de salvar al hombre.

¿A quién le puedo preguntar
qué vine a hacer en este mundo?
¿Por qué me muevo sin querer,
por qué no puedo estar inmóvil?
¿Por qué voy rodando sin ruedas,
volando sin alas ni plumas?

Pablo Neruda, El libro de las preguntas


El editor

No hay comentarios:

Publicar un comentario