lunes, 31 de marzo de 2014

Poesía porque sí

Era una tarde como para un geniol

Era una tarde como para un geniol,
un rivotril, un paracetamol, un valium, un tafirol, una aspirina,
un té de naranja, una patada a una puerta y llenarse el
bolsillo de piedras.
Y cuando estaba tan cerca de estallar
se me ocurre, me salvo, y digo:
Mejor hágase un valle.
¿Y si mejor se hace un valle?
Y digo así: hágase un valle.
Se abrió la vereda, se vio la tierra y
se hizo cerro, atardecer, montaña
abriéndole la boca al durazno del sol
y gente lejos,
gente cerca, bajando con ramas, con
ovejas, luces en un caserío
y algunos subiendo con bolsas de azúcar,
leche, velas.
Un aire fresco, silencio, espacio.
Silencio hasta que el cerro se tragó al sol.
Se oía un perro,
lejos,
y había luces,
tenues.
Y yo miraba todo con
las manos cruzadas, respirando.

Luis Pescetti

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