miércoles, 8 de octubre de 2014

“Cuando hablo con usted quiero decirlo todo, todo, todo. Pierdo todo sentido de lo que son los buenos modales; hasta convengo en que no sólo no tengo buenos modales, sino ni dignidad siquiera. […] Ahora en mí todo está detenido. […] Dondequiera que estoy sólo la veo a usted, y lo demás me importa un comino. No sé por qué ni cómo la quiero. ¿Sabe? Quizá no tiene usted nada de guapa. […] Su corazón, huelga decirlo, no tiene nada de hermoso y acaso sea usted innoble de espíritu. […] Usted comprende por qué no vale la pena enojarse conmigo: estoy sencillamente loco. […] ¡Aprovéchese, aprovéchese de mi esclavitud, aprovéchese de ella! ¿Sabe que la mataré algún día? Y no la mataré por haber dejado de quererla, ni por celos; la mataré sencillamente porque siento ganas de comérmela.”
Dostoyevski, El jugador

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